Iñigo AguirreLa digitalización es una inversión, no un coste, y esto, cuanto más compleja es la estructura de la organización, más cierto es. Un ejemplo perfecto lo encontramos en los departamentos financieros de las empresas multinacionales y en cómo, a través de la automatización, pueden ahorrar tiempo y dinero, mientras ganan en resiliencia.

Los últimos años no han dado tregua. La pandemia enlazó con la disrupción en la cadena de suministros. Más tarde empezó una guerra en Ucrania que desató sendas crisis de precios y energía a nivel global. Todo ello unido a una serie de normativas de sostenibilidad, privacidad de los datos o transparencia cada vez más estrictas.

Es más, según un informe que realizamos recientemente, el 69% de las empresas españolas han reajustado sus planes de negocio y el 31% han reducido sus previsiones de ingresos. Aunque las subidas salariales han sido las grandes perjudicadas (40%), la digitalización también ha recibido un impacto importante: el 20% dedicarán menos recursos a la transformación de sus procesos y a la implementación de tecnologías.

Por comprensible que resulte la reducción de costes para contrarrestar las pérdidas, aplicarlo en la transformación digital no es la estrategia, especialmente en el caso de las compañías multinacionales. Para abordar los retos que plantea el actual contexto socioeconómico necesitan ser más eficientes, algo que solo permite la digitalización. El área financiera es un ejemplo perfecto de ello.

Finanzas más eficientes

Gestionar las finanzas supone un gran esfuerzo para cualquier empresa, pero si, además, operas en diferentes mercados, se complica todavía más: implica tratar con un sinfín de proveedores, entidades bancarias y procesos que son diferentes en función del país, lo que deriva en una red de sistemas desconectados. Además, si quieres que la contabilidad y planificación financiera sean precisas en tiempo y forma, necesitarás transferir los gastos, recibos, facturas y demás documentación de cada sistema a un único ERP.

Uno podría pensar que no es para tanto. Transfiero los documentos de mis distintas sedes y líneas de negocio al ERP, y todo resuelto. Pues muchos de estos sistemas no disponen de una extracción de datos automatizada, ni de integraciones nativas con ERP. Esto quiere decir que los empleados han de introducirlos de forma manual y la organización no puede contar con datos en tiempo real que le permitan tomar mejores decisiones. Las consecuencias: tiempo, dinero y oportunidades de mejora perdidos.

Para prepararse para el futuro, las empresas necesitan empoderar a sus financieros invirtiendo en digitalización

De hecho, según el 51% de los participantes en nuestro estudio, los ahorros derivados de integrar tecnologías digitales en esta área están entre 30.000 y 120.000 euros al año. ¿Por qué? Porque el 40 % de los profesionales del área de finanzas dedican más de la mitad de su jornada a tareas operativas. Si estas se simplificaran y automatizaran, podrían centrarse en optimizar procesos, realizar análisis de riesgos, hacer una planificación estratégica o previsiones y análisis sobre el futuro de la entidad, brindar consultoría a otros departamentos o incluso buscar nuevos inversores o vías de financiación. Todo esto impactaría directamente en la cuenta de resultados.

Beneficios de la digitalización

En líneas generales, el margen de mejora sigue siendo muy significativo. En España, apenas el 8% de los profesionales de las áreas financiera y contable consideran que estos procesos están totalmente digitalizados, y el 27% afirman que la transformación no ha llegado ni a la mitad de ellos. La razón no puede ser la falta de herramientas. Estas existen y son capaces de abordar el tipo de desafíos que planteaba.

Los departamentos financieros y contables poseen el expertise necesario para impulsar la empresa, pero necesitan ser liberados de las tareas de menor valor. Las nuevas tecnologías no solo les brindan esta libertad, sino que les proporcionan la visión global de la compañía que necesitan para pasar del tradicional rol táctico al estratégico. Esto implica un cambio de mentalidad en toda la organización, pero ¿quién querría perder semejante tren?