Eduardo Marín

Open banking. Los recientes cambios y tendencias en los patrones de consumo, la apertura de los datos de pago (PSD2), la consolidación y madurez de las tecnologías de datos y la multiplicación de los proveedores de servicios digitales son factores que están dando como resultado un escenario completamente nuevo y listo para ser explorado en cuanto a métodos de pago se refiere.

De hecho, a medida que el sector del crédito se va expandiendo, las entidades relacionadas con el préstamo van poniendo en marcha medidas decisivas con el objetivo de ser más ágiles e innovadoras para poder seguir siendo competitivas. En este sentido, una de las tendencias que se encuentran más en boga es el open banking.

En esencia, esta práctica se basa en compartir la información financiera de forma digital, segura y basada en una serie de condiciones —aprobadas por los clientes que la utilizan— a través de una interfaz de programación de aplicaciones en abierto (API). Esta es una práctica cuyo fin último es personalizar los servicios financieros, de manera que estén hechos a medida para cada usuario.

El open banking será fundamental para garantizar que se tomen decisiones de préstamo informadas, precisas y responsables

De este modo, el open banking persigue optimizar al máximo el sector bancario y dotar a los usuarios de un mayor control sobre sus datos financieros.

El nuevo ecosistema es el resultado de los cambios sociales, normativos y tecnológicos, así como del aumento de la competencia bancaria y de actores interesados en el open banking. De hecho, cada vez son más las entidades que ven esta práctica como una de las mejores palancas para democratizar el crédito y ampliar las posibilidades financieras de todos los ciudadanos.

Sin embargo, y dado el largo camino que queda por recorrer en el campo de la educación financiera, suele plantearse la cuestión relativa a los aspectos que lo convierten en una herramienta clave para la democratización del acceso al crédito. Hay dos factores que, de momento, parecen cruciales para ello: la tecnología y la colaboración entre los ámbitos público y privado.

La explosión del open banking

La tecnología está destinada a ser cada vez más decisiva para el éxito comercial y resultará fundamental para garantizar que las entidades puedan tomar decisiones de préstamo informadas, precisas y responsables; incluso cuando el perfil de sus clientes cambie por las tendencias de cada momento, como sucede hoy con las prácticas de trabajo flexibles.

Según un informe de Juniper Research, se espera que el valor de los pagos que utilizan open banking alcance los 116.000 millones de dólares en 2026, lo que supondrá un incremento del 2800 %. La mayor penetración de esta tecnología tendrá lugar en Europa, donde se encontrarán el 75 % de los usuarios de pagos que lo utilizan en todo el mundo.

Las tecnologías como el open banking ya se están consolidando, y se espera que lo hagan aún más, como una alternativa para permitir que negocios como los relacionados con el crédito puedan transformar sus operaciones, mejorar su eficiencia, reducir los costes, aumentar su base de clientes y, lo que es más importante, ofrecerles a estos una mejor experiencia.

optimización sector bancaTodo apunta a que el siguiente paso será aprovechar esta tecnología para impulsar la retención de clientes y desarrollar herramientas de educación financiera que respalden a los prestatarios.

Pero, para obtener los mejores resultados e impulsar la adopción entre los consumidores y las empresas, también será primordial una mayor colaboración entre los sectores público y privado. Resulta fundamental educar al público sobre los beneficios de esta tecnología, sentando las bases normativas adecuadas que garanticen los más altos niveles de protección de los prestatarios al tiempo que optimizan su prestación.

En definitiva, el open banking y los avances en tecnología de crédito constituyen toda una oportunidad para favorecer la inclusión de miles de personas en el sistema financiero; lo es asimismo para los usuarios ya existentes, que podrán optar a mejores ofertas de bienes y servicios. Además, esta práctica posee ventajas determinantes también para las entidades bancarias, pues facilita que puedan ampliar su cartera de productos pensando directamente en los clientes.