En la obra de Lampedusa El gatopardo uno de los protagonistas declara: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Aunque esta declaración sea absolutamente cínica en su contexto original, si la transponemos a la actualidad económica —y le quitamos la utópica noción de que todo podrá a volver a ser como antes— estamos ante el reto de transformación digital al que se enfrenta la mayoría de las compañías en Europa.

La transformación digital es el imperativo estratégico más importante, desde el punto de vista corporativo, para un 92% de las compañías, un proceso complejo y polifacético que los debería llevar a convertirse en empresas capaces de crear valor en la economía digital. Evidentemente, se trata de una cuestión de supervivencia. La disrupción digital ha llegado de la mano de una serie de agentes —nativos digitales— que han sabido aprovechar las tecnologías emergentes (entiéndase como la tercera plataforma) para cambiar el modelo de negocio de las compañías históricamente establecidas en los mercados.

Seamos claros: esto no es novedoso. Esto es, de hecho, la historia de la economía. La novedad está en la velocidad y escala a la que toda esta disrupción está sucediendo. Los nativos digitales son capaces de llegar más veces y de un modo más personalizado a los clientes; son capaces de vender experiencias, productos y servicios digitales; y son capaces de cambiar y escalar sus servicios a una velocidad (todavía) inaccesible a la mayoría de las compañías que no son nativas digitales y que constituyen la mayor parte del tejido empresarial nacional.

Esto no es nuevo. La diferencia está en la velocidad y escala a la que está sucediendo

Disrupción digital

La definición formal de IDC en cuanto a transformación digital es la siguiente: es el proceso continuo a través del cual las empresas se adaptan, o generan cambios disruptivos, en sus clientes y mercados mediante el aprovechamiento de competencias digitales para innovar en nuevos modelos de negocio, productos y servicios, que combinan las experiencias de cliente digital y física mientras mejoran la eficiencia operacional y el desempeño organizacional.

Dicho de otra forma, es el proceso a través del cual las empresas no nativas digitales reaccionan ante la amenaza de los agentes disruptivos, y se apuntan a desarrollar y monetizar productos y servicios digitales del mismo modo en que lo hacen estos agentes disruptivos nativos digitales. ¿De ejecución sencilla? No.

Vamos a ver cómo están las empresas nacionales en este camino de evolución. El 75% de las compañías españolas está atrapado en su proceso de transformación digital, un porcentaje que aumenta cuando nos enfocamos en las pymes, lo que constituye un dato preocupante. Básicamente, esto significa que todavía no son capaces de producir productos y experiencias verdaderamente innovadoras para sus clientes, empleados y ecosistema de partners, y que no son líderes de mercado, aunque una porción sea ya capaz de crear estos productos y servicios. Esta situación se debe esencialmente a cuatro factores:

  • Falta de visión estratégica. Los planes desarrollados e implementados por las compañías son mayoritariamente tácticos, con lo cual, el impacto transformacional no es diferenciador. Falta una visión estratégica acerca de lo que es la transformación y de lo que representa “lo digital” en los modelos de negocio de la compañía, así como acerca del modo de implementarlos a nivel organizacional, cultural, procesual y tecnológico.
  • Silos organizacionales y de innovación que dificultan la definición de una visión común de la transformación y la consecuente movilización de recursos necesaria para llevarla a cabo. Además, no se promueve el compartir las experiencias y lecciones aprendidas a través de las iniciativas de innovación que se realizan de forma aislada.
  • KPI obsoletos. Las empresas se están intentando transformar hacia proveedores de productos digitales, pero no han cambiado sus KPI. Por un lado, la gestión no dispone de instrumentos adecuados para medir el éxito de la transformación ni para tomar medidas correctivas de forma eficiente y efectiva. Por otro lado, el incentivo global a la transformación es bajo.
  • Conocimiento limitado fruto de la falta de talento cualificado en las varias dimensiones de actuación en la transformación digital: liderazgo, modelo operativo, gestión de la información, creación de experiencias digitales y gestión del talento.

Se liberará continuamente CapEx y OpEx para racionalizar las tecnologías legadas

Pilares fundamentales

Considero que la estrategia de transformación digital de las compañías deberá ser soportada por una serie de pilares fundamentales. Por un lado, lo relativo a los modelos de negocio digital. Solo el 17% de las empresas españolas dice que esta es una prioridad clave de su estrategia de transformación digital durante los próximos doce meses. Este dato deberá cambiar, pues el objetivo debe ser el desarrollo e implementación de modelos de negocio digitales con los clientes y con los partners que permitan obtener nuevas fuentes de ingresos.

Por otro lado, resulta fundamental establecer el modelo organizacional que soportará la globalidad de los modelos de negocio de la compañía. Este modelo deberá tener en consideración tres elementos basilares:

  • La necesidad de reorganización hacia productos digitales. En este sentido, estimamos en IDC que, en cuatro años, la figura de head of delivery existirá en el 50% de las compañías europeas. Los heads of delivery tienen la responsabilidad vertical (estratégica, comercial y tecnológica) de uno o más productos, liderando un equipo multidisciplinar de personas de negocio, PMO, desarrollo y operaciones tecnológicas, tal y como lo hacen los nativos digitales. Esto representa un cambio profundo en el modelo operativo de las empresas, cuya mayoría está organizada en equipos que no son más que silos (negocio, design, desarrollo, pruebas, operaciones) que realizan sucesivos hand-overs que no promueven ni la agilidad ni la innovación que la compañía busca.
  • El desarrollo de capacidades digitales. Sin agilidad será imposible implementar un modelo operativo basado en productos digitales. Por ello, estimamos que, en el próximo año, el 70% de los CIO europeos van a priorizar la agilidad, apostando definitivamente por el design thinking y DevOps como las capacidades críticas que permitirán a la compañía innovar continuamente y escalar ágilmente los productos y servicios desarrollados.
  • El replanteamiento de la función tecnológica de la compañía. El enfoque en el desarrollo de productos digitales marca el cambio de una función de soporte al negocio hacia una función con un impacto más acentuado en la P&L de la compañía. Estimamos que, en 2020, el 60% los CIO implementará un modelo de negocio para la función tecnológica de la organización.

Infraestructura

El tercer gran pilar fundamental, que permitirá a las compañías ser verdaderamente ágiles e innovadoras, está relacionado con la transformación de la infraestructura tecnológica. En este contexto, el concepto de plataforma digital, como soporte tecnológico de toda la producción digital, es clave. De hecho, estimamos que, para 2018, la mitad de las empresas europeas habrá desplegado una plataforma digital que integra, por supuesto, tecnologías de tercera plataforma tales como cloud, big data, inteligencia artificial y movilidad, que permitan a las empresas abstraerse de la infraestructura física y enfocarse en la creación de experiencias digitales (o sea, software).

Para ello, las empresas tendrán que liberar continuamente CapEx y OpEx a través de la racionalización de las tecnologías legadas, evaluando continuamente el portfolio tecnológico y retirando la infraestructura y las aplicaciones “tradicionales” que ya no cumplan la ecuación de valor en el modelo digital (agilidad, escalabilidad, utilidad).

Además, tendrán que comprometer los recursos adecuados a la recualificación de la fuerza de trabajo tecnológica para maximizar la utilidad extraída de la plataforma digital.