La última década ha supuesto un salto tecnológico sin parangón, en la que tanto los consumidores como las empresas nos hemos beneficiado de un sinfín de nuevos productos y servicios. Aunque algunas tecnologías han cambiado drásticamente la forma en que vivimos y trabajamos, otras tantas no han estado a la altura de las expectativas de esta Cuarta Revolución Industrial, cuyo arranque los expertos datan en 2011.
Entre las tecnologías que no han explotado todo su potencial encontramos el IoT; aunque ha empezado a ganar peso, las predicciones para esta tecnología probablemente fueron excesivas. En 2011, Cisco hablaba de 50 000 millones de dispositivos conectados en 2020; ahora se calculan cerca de 20 000 millones.
En el otro lado tenemos la movilidad y la conectividad. La primera de ellas, por ejemplo, ha pasado al primer plano en forma de teléfonos móviles, relojes inteligentes, tabletas, portátiles y otros tantos dispositivos híbridos. Si echamos la vista atrás, nos sorprenderá saber que en 2011 solo el 8% de los españoles tenía una tableta, según un estudio de IAB Spain; o recordar que Apple lanzó su primer iPad en 2010.
En pocos años nos hemos acostumbrado a que los dispositivos sean cada vez más delgados, ligeros y robustos, y dispongan de mayor capacidad de almacenamiento y autonomía, lo que ha transformado la forma en que nos conectamos, consumimos contenido y, por supuesto, trabajamos.
Los avances en conectividad también han sido críticos. El lanzamiento en 2012 de la red de telefonía móvil 4G, sin la que no hubieran sido posibles servicios como el streaming de vídeo o aplicaciones como Uber, Deliveroo o Airbnb; así como la aparición del cloud computing han transformado nuestra capacidad de comunicarnos y acceder a la información, sumergiéndonos en la era del “siempre conectados”.
5G y edge computing
Si miramos al futuro, la próxima generación de redes 5G es la tendencia que impulsará y servirá como catalizador de otras tantas tecnologías, entre las que sobresalen el edge computing, los wearables y el 8K, llamadas a definir nuestro día a día como consumidores y trabajadores.
La próxima generación de redes 5G es la tendencia que impulsará y servirá como catalizador de otras tantas tecnologías
Hasta ahora, la mayor parte de las previsiones en torno al 5G se han referido a inversiones y lanzamientos, sin embargo, en 2020, esto cambiará. Los consumidores empezarán a ver en la nueva generación de redes no solo la posibilidad de descargar más rápidamente una película en Netflix, sino también la eclosión de nuevas tipologías de puestos de trabajo y una multiplicación exponencial de la productividad.
Un caso concreto de tecnología que se beneficiará del 5G es el 8K. Hace unos años, la velocidad y el potencial de transmisión a tal definición parecían una quimera. A partir de ahora, el 8K tendrá un impacto importante en la transmisión de contenidos de televisión, además de otras aplicaciones como el reconocimiento facial o el diagnóstico médico.
Gran parte de estas tendencias tienen como denominador común a la tecnología edge computing
Por último, gran parte de estas tendencias —fundamentalmente el 5G, el IoT y los wearables— tienen como denominador común a la tecnología edge computing. Su valor reside en su capacidad para que los datos se procesen más cerca de donde se crean, es decir, en los dispositivos situados al borde de la red, en lugar de en centros de datos o nubes. Dado su potencial, es previsible que, a partir de 2020, el edge computing actúe como puerta de entrada para un gran número de soluciones IoT en el entorno profesional, creando así un nuevo entorno de trabajo, tal y como sucedió en su día con portátiles o smartphones.