
La adopción del open banking aumenta de forma constante en todo el mundo. Una de las principales razones de este crecimiento es que los usuarios de banca están cada día más dispuestos a compartir sus datos, siempre que las empresas les garanticen la seguridad del proceso y puedan demostrarles el valor real de hacerlo.
Una de las conclusiones del informe Experian ’s 2022 Business and Consumer Insight Report apunta que cerca de la mitad de los consumidores reconocen que, si quieren acceder a un producto o servicio, deben compartir sus datos; además, casi uno de cada dos está dispuesto a facilitar a las compañías el acceso a su información financiera para recibir ayuda y, de este modo, poder agilizar el proceso online cuando solicita productos financieros.
Esta predisposición de los ciudadanos a compartir los datos transaccionales de sus cuentas bancarias abre muchas oportunidades a las empresas. Los datos pueden convertirse en información práctica que les permita mejorar sus procesos y, al mismo tiempo, ofrecer una experiencia de cliente mejor y más personalizada. A su vez, esta mejora de la experiencia es probable que anime aún más a los clientes a compartir sus datos.
Este es el círculo virtuoso del open banking. De hecho, la promesa de una mejor experiencia de cliente está impulsando que numerosas compañías de servicios financieros y telecomunicaciones inviertan en este modelo de negocio. Buena prueba de ello la da el que el 87% de las empresas españolas participantes en el estudio ya hayan asignado recursos a proyectos de open banking o se planteen hacerlo, y que más de la mitad (53%) observen que estas iniciativas les aportan un valor significativo.
El consentimiento del cliente
Para estas empresas, el valor del open banking es claro. Sin embargo, muchos usuarios aún no terminan de comprenderlo ni ven las ventajas que les puede aportar. Las empresas necesitan explicar de forma clara la utilidad de este intercambio a sus potenciales clientes para animarlos a compartir sus datos.
El estudio de Experian indica que el 22% de los consumidores españoles no suele compartir sus datos, pero una parte significativa de este mismo grupo estaría dispuesta a cambiar de opinión si se argumentan las razones. Por tanto, para no perder a estos potenciales clientes, es necesario explicarles bien, durante el proceso de solicitud, qué ventajas obtendrán si consienten en compartir sus datos a través del open banking.
El open banking no es el destino final, sino un paso más hacia la creación de un sistema económico basado en open data
De hecho, de los encuestados que veían poco probable compartir sus datos, casi la mitad estarían dispuestos a ello si se les garantiza mayor rapidez en el proceso de solicitud. En nuestro país, el 43% se avendría a hacerlo si pudiera tener acceso a una oferta preferente (por ejemplo, un mejor interés en un préstamo) y la cifra ascendería a un 47% si se les asegurase que no tienen que presentar ninguna documentación.
Al incluir estos beneficios en los procesos de solicitud, las empresas pueden, por un lado, mejorar la velocidad a la hora de tomar decisiones sobre préstamos, y, por otro, obtener ventajas derivadas del aumento de la profundidad de los datos financieros cuyo empleo autoriza el consumidor.
Scores utilizando datos transaccionales
Las empresas están implementando el open banking a través de una amplia gama de casos de uso para mejorar múltiples aspectos de sus operaciones. Uno de los más prioritarios es la evaluación de riesgos. Así lo señaló el 64% de las compañías de servicios financieros y telecomunicaciones encuestadas en nuestro país.
Aquí es donde los datos transaccionales procedentes del open banking prometen ser especialmente poderosos. En lugar de confiar en los scores basados principalmente en los bureaus para acceder a la solvencia o capacidad de pago de un cliente potencial, las entidades pueden usar los datos transaccionales de open banking para desarrollar sus propios scores de evaluación de riesgos.
Combinando distintas fuentes de datos pueden construir un modelo de evaluación de riesgos más sólido. Los datos transaccionales ofrecen insights detallados de cada consumidor y son muy valiosos para evaluar el riesgo a lo largo del ciclo de vida del cliente.
Otro punto relevante del informe es el amplio rango de casos de uso críticos y de alta prioridad aplicables al open banking. Además de la evaluación de riesgos, se incluyen estudios de viabilidad, verificación de ingresos, identidad o cuenta bancaria, detección de la vulnerabilidad del cliente o gestión financiera personal.
El camino hacia el open data
Sin embargo, y a pesar de sus ventajas, el open banking está lejos de ser el destino final: puede ser visto como un paso más en el camino hacia la creación de un sistema económico basado en open data, en el que los datos bancarios (compartidos con consentimiento del usuario) fluirán en tiempo casi real. Unos datos cuya utilidad no quedará reducida al sector financiero, sino que se extenderá a los seguros, las telecomunicaciones, la energía e incluso el sector público.
El open data no solo permitirá a las compañías desterrar muchas prácticas tradicionales y manuales, responsables de que a veces los clientes abandonen procesos, sino que también supondrá una reducción considerable en el número de pasos; un factor, este último, que aún hoy merma la velocidad de los procesos digitales. La simplificación se apreciará, por ejemplo, en casos como la solicitud de una hipoteca, donde es necesario descargar una nómina de un portal y subirla a otro.
Esto representa una gran oportunidad para las compañías de servicios financieros y de telecomunicaciones, que llevan mucho tiempo luchando por acercarse a la experiencia del cliente online que ofrecen otros sectores. Hasta ahora no han tenido éxito en ese empeño debido al número de procedimientos y comprobaciones necesario para satisfacer los requisitos regulatorios. Sin embargo, el open data les permitirá por fin abordar este punto con eficacia, y las capacitará para mejorar la experiencia digital global y agilizar la atención al cliente.
Por ejemplo, la identidad personal y los documentos financieros podrían archivarse en un monedero de identidad digital, guardado y gestionado por el propio consumidor. De este modo, cuando se solicitase un préstamo, el cliente seleccionaría los documentos requeridos para esa gestión concreta y estos se compartirían de forma rápida y segura para completar el proceso.
No es una exageración afirmar que estamos entrando en una nueva era de servicios empresariales. El cambio al open data permitirá que las empresas de servicios financieros y telecomunicaciones cumplan con las expectativas de los clientes y sean capaces de interactuar con ellos en unos niveles de comodidad y simplicidad sin precedentes.
Aunque los beneficios son innegables, es crucial que las compañías expliquen adecuadamente sus ventajas a los clientes potenciales. La familiaridad con el open banking crece a gran velocidad y las empresas que ayudan a educar al público están ocupando posiciones ventajosas frente a sus competidores.