Según IDC, tres cuartas partes de la fuerza de trabajo en Europa Occidental será móvil a finales de 2018. La tecnología está impulsando una transición hacia el trabajo móvil y remoto, una evolución que tiene como objetivos el aumento de la productividad y la posibilidad de mejorar los niveles de flexibilidad laboral y de conciliación familiar.
Uno de los retos viene de la proactividad de los empleados por beneficiarse de esta transformación, incluso mediante sus propios dispositivos, algo que no suele encajar de forma natural con los riesgos propios del contexto empresarial en cuanto a seguridad, fiabilidad, gestión de infraestructuras, mantenimiento y costes. Las empresas deben tomar las riendas y abordar su rol ante estas nuevas formas de trabajo.
Según el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional, el 70% de los trabajadores precisan ya de conocimientos digitales para desempeñar sus funciones aunque, de ellos, solo un 40% tendría la capacitación necesaria o las habilidades requeridas. En este contexto, resulta vital la formación y la educación en las mejores prácticas, pero también es esencial apostar por soluciones profesionales, que les permitan trabajar de manera productiva y segura, sin importar dónde se encuentren.
El 62% de los trabajadores usan dispositivos de consumo para operar de forma remota
Según los datos del informe Make It Work, elaborado por ICM a partir de encuestas a CIO europeos, el 62% de los trabajadores estaría usando dispositivos de consumo para operar de manera remota o acceder a los datos de la empresa, lo que supone una potencial amenaza para la seguridad. Algunas empresas han consentido esta práctica para favorecer a sus empleados, otras simplemente porque la inversión es demasiado costosa. Sin embargo, el coste que supone la pérdida de datos, los accesos no autorizados o los ciberataques supera con creces la inversión en portátiles profesionales de calidad.
Estos portátiles profesionales ofrecen ventajas inigualables en cuanto a experiencia de usuario, portabilidad y ergonomía, prestaciones o autonomía respecto a los de consumo, incluso con precios similares. Además, incluyen funciones de seguridad avanzada para blindar los datos, sistemas remotos de gestión a través de la nube o servicios de garantía y reparación inimaginables en un equipo doméstico.
Las empresas deben resolver esta disyuntiva si quieren que las preferencias de sus CIO en cuanto a inversión tecnológica tengan su correlato en el parque de dispositivos móviles. Según el informe de ICM, más del 50% de estos directivos sitúa a la cloud y a la seguridad de los datos como dos áreas prioritarias de inversión.
Los empleados que trabajan con sus propios dispositivos son el eslabón más débil de la cadena de seguridad, más aún cuando trabajan lejos de los procedimientos normalizados de la empresa. Para garantizar que la solución elegida esté a la altura, debe ser fácil de usar, suficientemente potente y portátil, pero también robusta como primera defensa contra ataques cibernéticos.
En este sentido, resultan irrenunciables soluciones de acceso seguras, en varios niveles y pasos, tales como lectores de huella dactilar y cámaras de reconocimiento facial, así como tecnologías para encriptar la información del disco duro y las comunicaciones mediante chips TPM. Hoy en día es posible ir un paso más allá, a través de equipos zero client que aportan soluciones de infraestructuras de escritorio virtual (VDI), que no incluyen sistema operativo ni disco duro y no almacenan ningún dato. Si, además, el fabricante del portátil ha desarrollado y fabricado la BIOS, ese dispositivo dispondrá de una capa adicional de seguridad, que cierra la puerta a posibles entradas no seguras a los datos críticos.