Ante la creciente irrupción del IoT, y la necesaria integración en un entorno de nube empresarial, se hace evidente la imposibilidad de dominar manualmente este nivel de complejidad. El único recurso que permitiría cambiar este panorama es el uso de IA y la automatización de la mayoría de los procesos que soportan las implantaciones.
Desde que los primeros dispositivos comenzaron a irrumpir en el mercado, la adopción del denominado Internet de las Cosas (IoT) por parte de las empresas se ha disparado. De hecho, según todos los analistas, se trata de una tendencia que claramente va a ir al alza durante los próximos años. A este respecto, y según IDC, las inversiones en el ámbito de IoT durante 2018 habrían alcanzado los 772 000 millones de dólares.
Según analistas y teóricos, este asunto tiene su base en la capacidad del IoT, aparentemente ilimitada, para revolucionar los procesos de negocio, capacidad que puede ser aplicada en los escenarios más variopintos: mantenimiento predictivo, control de inventarios en tiempo real, administración de flotas en el ámbito logístico, etc.
Este potencial supone que, probablemente, IoT domine los presupuestos de TI en el futuro próximo: un 96% de las compañías tiene previsto aumentar su gasto en estas tecnologías durante los próximos tres años.
Hasta aquí todo bien, tanto para los proveedores de dispositivos como para los diseñadores de nuevos servicios, pero en todo este proceso se plantea un gran reto. De hecho, asegurar que el IoT, una vez integrado en las infraestructuras tecnológicas de las empresas, permita una experiencia de software perfecta, tal y como esperan hoy en día todas las organizaciones, será complicado.
Hay que tener en cuenta que las aplicaciones que impulsan el IoT dependen de un entorno de nube empresarial cada día más complejo.
El IoT depende de un entorno de nube empresarial, que cada día es más complejo
Nubes de complejidad
Las organizaciones están luchando por dominar la creciente complejidad dentro de los entornos cloud actuales y, ahora, la introducción del IoT incrementa aún más este desafío. La implantación de esta tecnología está impulsada por aplicaciones con un elevado nivel de complejidad a escala web, y se ejecuta en entornos dinámicos de múltiples nubes. Estas aplicaciones dependen de vastos ecosistemas de sensores, dispositivos, puertas de enlace y plataformas. Esto quiere decir que, si surge un problema en el rendimiento de cualquier componente del ecosistema, puede ser muy difícil encontrar la causa raíz que lo origina.
Subrayando el alcance de este desafío, una investigación reciente de Dynatrace reveló que el 69% de los directores de tecnología predice que el IoT se convertirá en una carga importante para la gestión del rendimiento. De hecho, y yendo más allá, este mismo estudio revela que un 74% de los responsables de tecnología teme que los problemas de rendimiento del IoT desvíen sus operaciones y dañen significativamente sus ingresos.
Antes de que puedan obtener las ventajas potenciales que el IoT ofrece, las empresas deben abordar primero la complejidad que agrega a su entorno de nube empresarial, para así evitar que estos temores se conviertan en realidad.
Una solución inteligente
Teniendo en cuenta toda esta complejidad, es imposible que los departamentos de tecnología monitoricen y rectifiquen manualmente los problemas de rendimiento. De hecho, los enfoques de monitorización tradicionales, las herramientas específicas de la plataforma y las soluciones locales no pueden proporcionar una visibilidad de extremo a extremo en este tipo de ecosistemas, por lo que son de poca ayuda para aquellos que buscan brindar experiencias de software IoT perfectas.
En su lugar, las organizaciones deben adoptar un nuevo enfoque: usar la automatización para monitorizar las pilas de TI, de extremo a extremo, y aprovechar la inteligencia artificial para desbloquear las ideas que simplifican la administración de la complejidad de la empresa. A este respecto, el informe antes señalado pone de manifiesto que el 84% de los responsables de tecnología cree que las capacidades de IA, junto con la automatización de la mayoría de los procesos que soportan las implantaciones de IoT, tendrán un papel crucial en el éxito de sus estrategias.
De esta manera, la automatización del proceso proporciona a los departamentos de tecnología un conocimiento de la situación, en tiempo real, de los vastos ecosistemas de sensores, dispositivos, pasarelas, aplicaciones y plataformas de IoT. Al mismo tiempo, les facilita la posibilidad de identificar y rectificar los inevitables problemas que surgirán antes de que tengan un impacto en el rendimiento del servicio.
Un 78% no dispone de un plan para administrar el rendimiento de estos ecosistemas
Un futuro conectado
Hasta ahora hemos hablado de las empresas y de sus infraestructuras tecnológicas, pero merece la pena también conocer qué presión ejercen sobre ellas sus clientes a raíz de la integración de esta novedosa tecnología. A este respecto, es realmente sorprendente que el 70% de las empresas afirme que la presión creciente que ejercen los usuarios y los clientes, con dispositivos que incorporan IoT, puede llegar a colapsar la capacidad de sus departamentos de tecnología ante la demanda creciente de velocidad y cero fallos. Esta es una de las conclusiones del estudio realizado por Vanson Bourne entre más de 800 grandes empresas en todo el mundo.
Según este mismo análisis, el 64% de las compañías muestra inquietud ante el hecho de que el uso creciente de wearables provoque que sea imposible administrar correctamente el rendimiento móvil de todos estos dispositivos. Además, un 69% afirma que teme poder llegar incluso a perder el control, a medida que vaya creciendo la complejidad de los ecosistemas tecnológicos que respaldan las aplicaciones de estos dispositivos.
Ante estas opiniones, quizás lo más inquietante sea que el informe ponga de manifiesto que un 78% de las empresas no dispone de un plan específico para administrar el rendimiento de estos ecosistemas. Además, añade que la cantidad de recursos, tanto internos como externos, que van a verse involucrados en las cadenas de prestación de servicios hace muy difícil identificar al responsable de los problemas de rendimiento. De hecho, las tres cuartas partes de las organizaciones prevén que incluso los proveedores externos puedan llegar a ocultarlos.
El estudio pone también de manifiesto que el 62% de los departamentos de tecnología de las empresas considera como un reto la necesidad de asegurar que las actualizaciones, o los parches de seguridad, de los dispositivos IoT no impacten negativamente en el rendimiento. Igualmente, un 60% afirma tener complicaciones para poder rastrear el comportamiento de las aplicaciones en este tipo de dispositivos cuando interactúan con servicios en la nube, y un 53% declara no entender con exactitud cómo impactan los problemas de rendimiento en la experiencia de los usuarios de dispositivos IoT.