
A los españoles no nos asusta lo nuevo. Así se desprende de un estudio que hemos realizado sobre la percepción que los ciudadanos de nuestro país tienen en torno a la inteligencia artificial. Solo un 10% de los consultados la considera destructiva, frente al 43,2% que cree que reporta, ante todo, beneficios a la sociedad; y el 22,2% la cree realmente beneficiosa.
A la misma conclusión se llega al margen del sexo o la edad, aunque muestran más recelos las mujeres (el 21,4% frente al 14,1% de los hombres) y los usuarios de entre 31 y 40 años, de los cuales el 12,3% la considera francamente destructiva. No en vano, los que aprecian mejor las ventajas de la inteligencia artificial son las personas de más de 66 años, entre los que cerca del 30% cree que es claramente beneficiosa.
En cambio, donde sí hay una brecha entre hombres y mujeres es respecto a si la inteligencia artificial realmente supone una ayuda para resolver los problemas del mundo. Solo el 32,9% de las mujeres lo ve así, frente al 44,2% de los hombres. Es realmente una diferencia significativa y más teniendo en cuenta que solo el 5,4% de las mujeres duda de que realmente exista la verdadera inteligencia artificial, frente al 10,6% de los hombres.
Las máquinas no solo hacen, también piensan, y eso no asusta al consumidor español
Sin embargo, los matices no nos deben distraer del mensaje central que transmiten los resultados. Entre el público español los avances tecnológicos son, por lo general, muy bien vistos, siempre y cuando se utilicen en beneficio de la sociedad.
Desde luego, la inteligencia artificial se puede entender en un sentido muy amplio y la creciente capacidad de las máquinas para analizar e interpretar el big data ofrece grandes utilidades en numerosos campos de actividad. En el caso del marketing, permite a las empresas entender mejor a sus audiencias, dar un servicio más personalizado y teledirigir mensajes publicitarios en el momento más oportuno. A fin de cuentas, la inteligencia artificial permite entender mejor qué necesitan nuestras audiencias, a veces incluso adelantándonos a ellas, con los consiguientes beneficios económicos.
Este escaso temor a los avances representa un campo abonado para las empresas y todo lo que se perciba como útil debería ser bien recibido. Sin embargo, la opinión pública siempre es voluble y, como profesionales, debemos demostrar continuamente nuestro compromiso en favor de los intereses de los usuarios. La percepción favorable se debe, en parte, a que el conocimiento de las tecnologías es limitado. Esto irá cambiando y es nuestro deber ayudar a explicar cómo funciona para contribuir a que la percepción sea incluso más positiva.
La tecnología es ubicua y en ocasiones no somos conscientes del papel que las máquinas están representando en nuestro día a día. No solo hacen, también piensan, y eso no asusta al consumidor español, que ha aprendido a fiarse de unas empresas tecnológicas que ofrecen soluciones fáciles de entender y de usar. Son datos muy positivos, de los que debemos sentirnos orgullosos, sin cesar en nuestro empeño de ir cada vez a más, y a mejor.