
En 2022 la nube absorbió la mayor parte de las inversiones TI de las empresas, y todo apunta a que también será la reina en 2023. Sin embargo, para disfrutar de todas sus ventajas, se impone contar con un diseño, control y gestión inteligentes, especialmente en los entornos híbridos y multicloud.
La creciente adopción del modelo cloud está directamente relacionada con el imperativo de modernización que afrontan las empresas. Nuestro informe CGI Voice of Our Clients 2022 muestra que la modernización de infraestructuras y aplicaciones es la segunda prioridad de TI para las organizaciones a escala global, y más de un 40% reconoce que los sistemas heredados suponen un desafío para lograr su transformación digital.
En ese escenario, la nube se ha consolidado como una vía para lograr este objetivo, y los datos lo confirman. El mismo informe señala que más del 80% de las organizaciones ya están utilizando soluciones cloud y el 44% de nuestros clientes emplea soluciones basadas en la nube para procesar o almacenar sus datos y los de sus clientes.
Control y gestión inteligentes
El cumplimiento de las promesas de ahorro de costes y mejora de la eficiencia, fundamentales ante la aceleración del time-to-market, no es siempre inmediato cuando se desplaza la infraestructura hacia el cloud. De hecho, entre los riesgos de un proyecto fallido cabe destacar el incremento de los costes y una mayor complejidad.
Evitar estas sorpresas exige tener claro que el paso a la nube no se resuelve solo haciendo una copia de lo existente on-premise: es necesario aprovechar el salto para hacer mejoras y para instaurar unas políticas de análisis y control muy precisas. Solo entonces será posible disfrutar de todas las ventajas del modelo, como la eficiencia, la flexibilidad, la escalabilidad o la seguridad, además de los ahorros de costes.
Extraer todo el valor del cloud, y verdaderamente optimizar los costes y elevar la eficiencia, exige conocer de forma precisa el coste que supone cada proveedor en la cuenta de explotación. Una buena práctica consiste en el etiquetado de todo el entorno y de sus componentes, visualizando de manera sencilla y comprensible los costes que se generan por región, proyecto, desarrollo, etc.
Para ello, todos los grandes proveedores —como AWS, Google Cloud, Microsoft Azure u Oracle Cloud— cuentan con herramientas propias, aunque también existen soluciones agnósticas, que se sitúan por encima y permiten controlar y analizar los costes de varios proveedores, dado que estos entornos (híbridos y multicloud) son los más comunes.
Además, estas herramientas incluyen funciones tan fundamentales como el establecimiento de alertas cuando se alcanza un consumo determinado en función de las estimaciones realizadas. Esto permite ser conscientes de estas situaciones para poder aplicar las medidas adecuadas.
De hecho, se pueden escoger determinados servicios en función de las necesidades; por ejemplo, se puede automatizar el encendido y el apagado de máquinas, o identificar recursos que no se están utilizando, para deshabilitarlos. Igualmente existe la posibilidad de autoescalado para cubrir los picos de demanda en el momento en que se producen. Aumentar o reducir los recursos, autoescalado, puede suponer un notable ahorro.
Gracias a su avanzada capacidad analítica, estas herramientas también presentan propuestas de ahorro tales como el redimensionamiento de máquinas, el movimiento de cargas entre nubes u otro tipo de acciones. Con ese mismo objetivo, es muy interesante su capacidad para hacer previsiones y calcular los costes futuros en un período determinado.
Si anteriormente nos centrábamos en el despliegue y migración de servicios, actualmente hay una mayor demanda para incorporar en los proyectos una capa de gobierno que facilite la gestión de todos los componentes y la optimización de los costes.
Infraestructuras físicas o virtuales
A partir de estos análisis, en CGI ayudamos a nuestros clientes, especialmente a aquellos con entornos más complejos, a redefinir y redimensionar. Para ello utilizamos herramientas que evalúan la arquitectura y, en función de los resultados, son capaces de generar código para, de acuerdo con los objetivos, hacer la transición a otro tipo de infraestructura.
La práctica totalidad de los clientes en cloud ya operan con infraestructuras virtuales, en las que los componentes se crean y destruyen en función de las necesidades. De hecho, cada vez trabajamos en más proyectos con un enfoque IaC (infraestructura como código) utilizando herramientas como Terraform, que facilitan la automatización en el despliegue, incrementan la velocidad de la implementación y minimizan los errores.
Por encima de las capas más tecnológicas, nuestro enfoque está más cercano a las necesidades y servicios de negocio. La licencia propia de los entornos on-premise ahora es un servicio. Desde nuestra posición como integrador, tenemos la posibilidad de combinar diferentes capas y servicios paquetizados en distintos entornos para responder a los requerimientos y los objetivos específicos de cada cliente. Se trata de construir collages inteligentes para ofrecer soluciones de negocio.
Extraer todo el valor del cloud exige contar con partners de confianza, capaces de ofrecer una visión holística
En este sentido, hay que destacar la potencia de los marketplaces, con máquinas preaprovisionadas y preconfiguradas con una imagen de servicios (por ejemplo, el SO en Microsoft y SAP) que permite el despliegue del sistema operativo con la aplicación completamente configurada en cuestión de minutos.
Asimismo, y gracias a la propia evolución de los proveedores, hoy nos encontramos en un nuevo escenario en el que es posible aprovisionar cualquier tipo de carga en diferentes hiperescalares; y gracias a la integración de estas redes, podemos escoger lo mejor de cada una de ellas. Además, al encontrarse físicamente juntos —hospedados en un mismo CPD— diferentes proveedores de cloud, hacer combinaciones y movimientos resulta más sencillo y rápido, puesto que la latencia es menor.
Todas estas ventajas son resultado del dinamismo que caracteriza a este mercado. La competencia entre proveedores se desarrolla en un terreno de operaciones geográfico —con regiones locales e incluso ubicaciones continuas—, así como de competencias de los servicios; ello redunda en más opciones para las empresas usuarias.
Al mismo tiempo, la configuración de las nubes en diferentes regiones y zonas no solo brinda la posibilidad de replicar entornos automáticamente: también se consiguen entornos mucho más seguros (y con cada vez más opciones en esta materia) y con mayor disponibilidad que en on-premise.
Seguridad en entornos multicloud
Si antes resultaba complicado mover infraestructura hardware de seguridad y recuperación de datos, porque era propietaria de cada nube, ahora todas las clouds son compatibles con appliances y bundles. Tanto es así que existen appliances de backup que permiten gestionar las copias de seguridad en cloud exactamente igual que en un entorno on-premise. Los clientes obtienen así ventajas claras: no solo se aprovechan el conocimiento y la experiencia, también se puede seguir haciendo uso de las copias de seguridad existentes, un aspecto clave para las empresas con obligaciones estrictas en materia de conservación y protección de datos.
La seguridad ya no es un obstáculo para dar el salto a la nube. Al contrario, las organizaciones con varias capas de seguridad pueden transportar ese mismo modelo, utilizar los mismos dispositivos o versiones virtuales de estos, y desplegar en cloud las mismas reglas y políticas, que quedan también bajo el paraguas de las herramientas de gestión. Un ejemplo de los nuevos servicios en los que trabajamos actualmente es la integración de herramientas de backup —on-premise y multicloud— bajo una consola centralizada.