El ecosistema interconectado que representa IoT plantea un enorme potencial en cuanto a la obtención de datos en tiempo real para facilitar la toma de decisiones. Aunque hoy en día estamos más conectados que nunca, aún existen zonas donde beneficiarse de las posibilidades que ofrece IoT presenta todavía algunos retos. Y no me refiero a las áreas remotas sin cobertura, sino a contextos mucho más cercanos. Por ejemplo, la localización de objetos en almacenes o —de forma generalizada— en interiores presenta importantes deficiencias con la tecnología actual.

De hecho, una de las aplicaciones más comunes de las tecnologías IoT es el uso en el sector logístico, o en campañas a través de geomarketing, donde la precisión en el posicionamiento resulta fundamental, especialmente cuando se trata de espacios reducidos o con un gran número de objetos.

Es evidente que la geolocalización por GPS presenta múltiples ventajas, pero también son notorias sus limitaciones a la hora de utilizarlo en interiores (parkings, almacenes…). Por esa razón, algunas soluciones IoT están evolucionando hacia modelos escalables, sencillos y de baja potencia, cuyo despliegue pueda resultar más factible que los sistemas de detección industriales más tradicionales.

Detección por proximidad

Es el caso de Bubble, una solución tipo baliza (o beacon) que permite mejorar la precisión de la localización en entornos cerrados a través de la detección por proximidad. Esta “burbuja” IoT emite una señal que identifica de forma única a cada dispositivo, simplificando la administración y el seguimiento de activos.

Se trata de pequeños terminales que funcionan como transistores, y que permiten un despliegue escalable y flexible. Su funcionamiento es muy sencillo. Cada terminal genera una “burbuja” con una potencia de emisión o alcance determinado (entre 1 y 10 metros), personalizable a nivel de usuario. Cuando un dispositivo entra en el área de una de estas balizas, envía la ID del Bubble a la nube, junto con su propia identificación.

Cada Bubble tiene un número de identificación único, un “DNI del IoT” que elimina cualquier tipo de duda respecto al origen de la señal y, en función de la intensidad, se determina a qué distancia se encuentra un activo respecto a la baliza. Además, su señal es interpretada por otros dispositivos, con los que se establece un canal de comunicación vivo mientras estén dentro de la “burbuja”. A medida que los activos atraviesan distintas “burbujas”, pueden ser ubicados con mayor precisión.

Nuevos casos de uso

Además de mejorar la precisión en interiores, Bubble permite ofrecer una experiencia completamente nueva para los servicios de ubicación y monitorización de activos. Su tecnología de radio avanzada facilita una elevada autonomía a un precio asequible, lo que permite explorar nuevos casos de uso como. Por ejemplo, Amadeus ya está estudiando cómo resolver algunos de los problemas que afrontan los viajeros a lo largo de sus desplazamientos mediante Bubble.

Lo que es evidente es que la disrupción tecnológica actual ha construido un mundo en el que la economía colaborativa es el gran aliado. Al igual que ocurre con otras tendencias cualquier empresa puede explorar el de IoT a través de este Bubble, o de dispositivos similares, para enriquecer su portfolio de soluciones y servicios y mejorar la experiencia de sus clientes.