Según Boston Consulting Group, el volumen de procedimientos, aprobaciones y estructuras al que se enfrentan las organizaciones se ha disparado hasta un 350% en los últimos quince años. En el actual contexto, la necesidad de anticiparse y responder al cambio se ha convertido en un componente vital para el éxito (o el fracaso) de muchas empresas.
Una organización resiliente anticipa los cambios y se adapta a ellos, tanto a los incrementales como a los que suponen una irrupción repentina. Para lograr la resiliencia organizacional, las empresas deben estar bien preparadas y ser ágiles para contrarrestar las amenazas y aceptar las oportunidades. Para ello, necesitan procedimientos robustos, listos para administrar el riesgo, pero sin que puedan llegar a asfixiarlas y les impidan aprovechar esas oportunidades.
Lamentablemente, muchos no logran alcanzar este equilibrio. Una investigación de Cranfield School of Management y BSI muestra que las empresas han respondido a estos eventos de manera binaria: o han sido ágiles pero frágiles, o han compensado el riesgo pero se han vuelto estrictas, complejas y lentas.
Las empresas de rápido crecimiento son, por naturaleza, progresivas y flexibles; sin embargo, el 66% de ellas no logran evitar las debilidades defensivas. Por otro lado, que las grandes empresas no adopten un enfoque progresivo del riesgo suele derivar en niveles más bajos de innovación y crecimiento. Para combatir esto, muchas están lanzando startups internas, con las que tratan de reforzar ese pensamiento innovador y el ritmo de crecimiento de estas organizaciones más pequeñas y ágiles.
Equilibrar la balanza
El enfoque adecuado para lograr esta resiliencia organizacional es el de ayudar a administrar el equilibrio estratégico, permitiendo aprovechar las oportunidades —a través de la agilidad y la toma de riesgos— al tiempo que se consideran los posibles fallos operativos o daños reputacionales.
Este modelo de resiliencia difiere de la gestión de riesgos tradicional, en la que alienta a los directivos a tomar riesgos calculados con confianza. Permite pensar de manera amplia y simultánea sobre diferentes temas estratégicos, en lugar de centrarse en elementos individuales tales como la calidad del producto o el crecimiento del negocio.
La resiliencia organizacional crea flexibilidad estratégica. Las empresas no tienen por qué quedarse con un solo estilo de pensamiento o de estrategia, sino que pueden adoptar el pensamiento paradójico, que va en contra de las ideas generalmente aceptadas como válidas. La clave para conseguirlo es la agilidad, impulsada por el liderazgo que permite que una organización inspire el aprendizaje, el descubrimiento y la creatividad, y que estas virtudes crezcan con el desafío.
El exceso de procedimientos en cualquier área de negocios crea un problema a largo plazo
Exceso de procedimientos
En la práctica, las organizaciones rara vez adoptan ese pensamiento paradójico; de hecho, tienden a perder el equilibrio cuando algo les sale mal. Un ejemplo puede ser la seguridad cibernética, un área de negocios de perfil alto. En general, las organizaciones adoptan un enfoque reactivo y correctivo: tratar los síntomas en lugar de la causa.
Esta técnica de la superposición sobre un proceso es contraproducente, ya que tiende a aumentar la complejidad de la situación, a menudo agregando desafíos técnicos y un mayor margen de error. Mientras tanto, la causa raíz del problema sigue sin ser remediada. Lo que es realmente necesario para contrarrestar este tipo de amenazas es un enfoque proactivo, estratégico y metódico para fortalecer los procesos de seguridad cibernética. Una forma comprobada de hacerlo es implantar estándares reconocidos de mejores prácticas globales.
Lo mismo puede decirse de la salud y la seguridad laboral. Las empresas suelen reaccionar ante un accidente superponiendo nuevas medidas de protección y creando una gran cantidad de procedimientos y documentación, con la creencia de que proporcionarán una salvaguarda mejor en el futuro. Lo que en realidad generan es complejidad, burocracia, complacencia y, en última instancia, un mayor riesgo.
Peor aún, el exceso de procedimientos en cualquier área de negocios crea un problema a largo plazo: hacer que las organizaciones sean demasiado adversas y estáticas, perdiendo su agilidad, así como su capacidad de adaptación e innovación. Las oportunidades pasan de largo, con consecuencias dañinas en su desempeño global.

El imperativo del liderazgo
El liderazgo dinámico y multiinteligente fomentará la resiliencia organizacional en toda la empresa y en la cadena de suministro. Esto requiere un compromiso sostenido de toda la compañía, que deberá transformar la mentalidad, los comportamientos, las percepciones y las acciones. Las organizaciones resilientes empoderan a los empleados dentro de una cultura que crea confianza recíproca y los alienta a ser innovadores y a tomar riesgos medidos.
Los grandes líderes también reconocen que, por muy buenas que sean sus estrategias y la gestión de riesgos, es inevitable que haya contratiempos. Lo importante es crear una cultura de “trauma cero” con “culpa cero”, en lugar de esperar, de manera poco realista, “defectos cero”.
Estas culturas requieren una buena voluntad por parte de los directivos para invertir en el desarrollo de la fuerza de trabajo y confiar en que los empleados tomen decisiones intuitivas. Los estilos de liderazgo también deben ser flexibles y adaptarse a medida que evolucionan las necesidades del negocio.
Conclusión
Dominar la resiliencia organizacional consiste en adoptar un enfoque proactivo, centrarse en las oportunidades y los riesgos, y encontrar el equilibrio adecuado entre diversos comportamientos: defensivo, progresivo, consistente y flexible. Fundamentalmente, requiere que las empresas se mantengan en alerta ante un posicionamiento excesivamente defensivo en tiempos de crisis, lo que puede conllevar a un exceso de procedimientos y un deterioro del rendimiento.