La pandemia marcó el pasado 2020 y trajo consigo una nueva normalidad que ha transformado el mercado laboral acelerando los procesos de transformación digital, pero también empoderando a los empleados, que buscan ampliar sus conocimientos mientras las organizaciones se vuelcan en retener el talento.
El nuevo escenario dibujado por el coronavirus, absolutamente sin precedentes, ha remodelado nuestra forma de trabajar. Tal y como destaca McKinsey, la pandemia trae aparejado el imperativo de la velocidad: las organizaciones se han visto obligadas a hacer las cosas más rápido y mejor. Esta aceleración se refleja también en ámbitos como la toma de decisiones, con la simplificación de procesos y la eliminación de burocracias y reuniones multitudinarias con presentaciones de PowerPoint interminables. Además, había que mejorar la productividad, usar la tecnología y los datos de nuevas formas, así como aceleraban el alcance y la escala de la innovación.
El papel lo aguanta todo, pero ¿cómo llevar a cabo estos cambios? De hecho, ¿se han producido? La respuesta a la segunda pregunta es un rotundo sí. El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) ya anticipaba que casi el 50% de las empresas esperaba que, para 2020, la automatización llevara a una reducción en su fuerza laboral a tiempo completo, y la pandemia ha terminado por convertir en realidad esta situación.
La tecnología ha sido crucial para adaptarse a la nueva normalidad de sus trabajos, según un 68% de los profesionales españoles
Así lo pone de manifiesto el estudio realizado por HP titulado Evolución de la Fuerza de Trabajo (HP Workforce Evolution Study), para el que se entrevistó a 6000 empleados de EEUU, España, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido. Si nos fijamos en los datos de este estudio referidos a España, nuestro país ha sido uno de los que más han acusado una reducción de jornada, con un 49% frente a la media europea (45%), si bien es cierto que tan solo un 22% afirma trabajar por ello menos que antes de la pandemia.
A ello se suma, además, que quienes se han visto abocados a tener que teletrabajar no han recibido demasiada guía por parte de sus empresas, una circunstancia clónica tanto en España como en sus vecinos europeos, con cifras que se mueven en la horquilla del 19-20%. Sin embargo, la conclusión general en nuestro país (62%) es que la disrupción que ha supuesto el coronavirus puede aprovecharse para mejorar las formas de trabajar.

Visionarios más que comandantes
El quid de la cuestión es ¿estaban preparadas las organizaciones para funcionar a esta velocidad? No podemos olvidar que el nuevo mantra en la toma de decisiones se concreta en que “trimestral es el nuevo anual”. Se ha impuesto la planificación y asignación de recursos trimestral para ganar en flexibilidad de acuerdo a las circunstancias del momento.
Una investigación a cargo de McKinsey y la Harvard Business School determinó que las empresas que habían lanzado transformaciones ágiles antes de COVID-19 se han desenvuelto mucho mejor; es más, incluso dentro de una misma organización, aquellos departamentos o unidades de negocio que apostaron por esa reorganización ágil obtuvieron mejores resultados en lo que se refiere a satisfacción del cliente, compromiso de los empleados y desempeño operativo.
Los directivos deben saber gestionar el talento y las ansias de conocimiento que han redescubierto durante la pandemia
McKinsey indica que, en muchos casos, los directivos de estas organizaciones han apostado por estructuras organizativas más horizontales, menos jerarquizadas, de manera que se deleguen las decisiones —las que no sean críticas— en otros responsables, empoderando de esta manera a los empleados. Lo mismo sucede en las labores de control y microgestión: son estos empleados quienes han de tomar las riendas, asumiendo mayores niveles de responsabilidad de ejecución, control y colaboración.
El papel de los directivos ha de ser más de visionarios que de comandantes, sabiendo gestionar el talento —y las ansias de conocimiento— que han redescubierto durante la pandemia. En muchas organizaciones, este empoderamiento de las plantillas ha hecho que la alta dirección haya aprendido más sobre su gente en doce semanas que a través de sus mecanismos tradicionales de RRHH en doce meses.
La importancia de la tecnología
Para que se produzca este empoderamiento del empleado en un contexto de teletrabajo como el que vivimos, la tecnología ha desempeñado un papel primordial. Así lo reconoce el 68% de los empleados españoles, que sostiene que ha sido crucial para adaptarse a la nueva normalidad de sus trabajos. Ello a pesar de que el estudio de HP revela que un 37% de los entrevistados considera que la transición al teletrabajo no ha sido todo lo buena que debiera porque no existían métodos de comunicación digital bien definidos.
Un 37% de los entrevistados considera que la transición al teletrabajo no ha sido todo lo buena que debiera
De la noche a la mañana, miles de empleados fueron desplazados a sus hogares y hasta un 32% de ellos se ha visto obligado a renovar o adquirir de su bolsillo nuevo material para implantar su oficina en casa. Ordenadores, impresoras, auriculares para las sesiones de videoconferencia… junto con el correspondiente mobiliario han recalado con más fuerza en el hogar. Solo durante los meses de confinamiento, las ventas de PC en HP crecieron un 60%, según IDC.
Sin embargo, la mayor parte de los empleados confía en sus empresas para guiarles en la adquisición de la tecnología necesaria para este empoderamiento. En esta línea, propuestas como HP DaaS (Device as a Service) se han anticipado a la pandemia, ofreciendo un modelo de contrato único para dispositivos y servicios, sin inversión inicial y con costes anuales previsibles. Dicho de otro modo: todo lo necesario y lo último en tecnología, desde hardware y accesorios, a servicios de ciclo de vida y soporte, con la flexibilidad y personalización que requiere cada empleado.

La colaboración segura
En este proceso de transformación —marcado por la agilidad, la resiliencia y la digitalización— se ha colado otro factor del que ya no es posible prescindir: la colaboración, que se ha de producir en tiempo real. La necesidad de desplazar tanto talento para trabajar en remoto ha obligado a coordinar equipos multidisciplinares en diferentes ubicaciones de una manera rápida y ágil, de forma que todo el sistema se mueva más rápido.
Esta necesidad de una mayor colaboración se ha desplazado al hogar, tanto en la experiencia de PC como en la de impresión y movilidad. De este modo, disponer de un proveedor tecnológico que preste un soporte a la altura de las circunstancias se ha hecho vital. Además, si algo ha demostrado el coronavirus es que las amenazas se han multiplicado exponencialmente, precisamente aprovechando los millones de empleados que teletrabajan. Por ejemplo, para atajar este tipo de problemáticas, HP ofreció durante los meses más complicados de la pandemia su HP Sure Click Pro de forma gratuita, con el fin de proteger a los usuarios de amenazas de seguridad basadas en documentos, correo electrónico y web.
A fin de cuentas, tal y como advierte Interpol, la superficie potencial de ataques ha aumentado con la pandemia. Las razones son, por un lado, el incremento de accesos remotos, que ha disparado los riesgos; pero también el aumento de las interacciones y el incremento de la colaboración con un mayor número de partners para estudiar cómo abordar la incertidumbre y esta nueva normalidad en constante cambio. Ya no es solo que la tasa de innovación tecnológica y de modelos de negocio haga que sea casi imposible para una sola organización hacerlo todo por sí misma, sino que, además, el mundo conectado está rompiendo las fronteras tradicionales entre compradores y proveedores, fabricantes y distribuidores, y empleadores y empleados.

La formación continua
Este empoderamiento de los trabajadores se extiende a todas las parcelas, no solo a las ejecutivas. En este sentido, el estudio de HP Evolución de la Fuerza de Trabajo es tajante al afirmar que los empleados están tomando las riendas de su futuro laboral e identifican el aprendizaje continuo y la mejora de sus competencias como la clave de su éxito. Dicho de otro modo, los empleados se anticipan a sus propios empleadores, sin esperar que esta capacitación venga desde arriba. Además, en España, un abultado 41% cree que sus empresas han restado prioridad a la necesidad de la formación, superando en tres puntos porcentuales a la media europea.
La fuerza laboral se muestra convencida (62%) de que la nueva forma de trabajar que ha traído consigo el COVID-19 precisa de nuevas habilidades y casi tres cuartas partes de los españoles están aún más concienciados de la necesidad de aprenderlas para mantener la competitividad en su sector. No es casual que el WEF, en su proyecto El Futuro del Trabajo, ya avanzara que más de la mitad de todos los empleados iba a requerir más formación para actualizarse a esta nueva realidad.
Casi tres cuartas partes destacan la necesidad de aprender nuevas capacidades para mantener la competitividad
En este sentido, antes incluso de que estallase la pandemia, puso en marcha su Revolución de la Recapacitación, con la que perseguía convertirse en una suerte de plataforma para conectar y coordinar iniciativas de diversos países, industrias, organizaciones y escuelas, extrayendo las mejores prácticas. Otras iniciativas, como HP LIFE, el programa de la Fundación HP que ofrece capacitación gratuita en habilidades para emprendedores, empresarios y estudiantes en todo el mundo, ha experimentado un impresionante crecimiento del 282% en las inscripciones respecto a 2019.
Tanto la alta dirección como los empleados de niveles inferiores han afrontado una curva de aprendizaje empinada, aprendiendo a liderar en tiempos de crisis aprovechando que los otros se han convertido en unidades ágiles y más autónomas. A fin de cuentas, lo realmente importante del hecho de que el 71% de los empleados españoles crea que, ahora más que nunca, es esencial formarse para seguir siendo competitivos no son esas nuevas capacitaciones que adquieran —que pueden ‘caducar’ en un tiempo—, sino el cambio a una mentalidad de aprender y adaptarse continuamente.
El modelo de trabajo al que nos encaminamos es híbrido y combina la presencia física y el teletrabajo. Un teletrabajo cuya aceptación, en líneas generales, es positiva por parte de los empleados españoles. De hecho, tres cuartas partes niegan sentirse más desmoralizados, menos productivos, o menos leales a sus empresas, por el hecho de trabajar desde sus casas. Así, la posibilidad de trabajar de una forma flexible —bien adaptando la jornada laboral, bien trabajando desde casa— es el mayor incentivo para el 47% de los profesionales en España, tres puntos por encima de la media europea.
El estudio de HP refleja que casi un 60% de las personas entrevistadas coincide en que podría seguir trabajando así en el futuro previsible, y un 71% ya se siente equipado para hacer frente a estas nuevas maneras de trabajar. La era del empleado empoderado no ha hecho más que empezar.