Rentabilidad climática. A los humanos nos resulta difícil reconocer la urgencia de la acción ambiental y su importancia para la rentabilidad. Nuestra mentalidad cortoplacista nos hace ver la naturaleza como algo secundario a nuestras actividades económicas.

Dejamos que los problemas crezcan hasta que llega la catástrofe; y no hay mejor ejemplo que la crisis de la COVID-19. Según el estudio Ecología y economía para la prevención de las pandemias, publicado en la revista Science, tomar medidas preventivas para evitar la pandemia hubiera costado entre 22 000 y 31 200 millones de dólares, una fracción de lo que se ha perdido por causa de la crisis: entre 8,1 y 15,8 trillones de dólares.

La pandemia es un toque de atención. En el contexto de la urgencia climática, prevenir es mucho más barato que curar, y la inacción nos puede llevar a la insolvencia. Varios estudios han demostrado una correlación positiva entre sostenibilidad y rentabilidad en las empresas.

Varios estudios han demostrado una correlación positiva entre sostenibilidad y rentabilidad en las empresas

Además, desde la firma del Acuerdo de París se han sumado una multitud de factores externos a esta tendencia orgánica. Nuevas leyes, como la Ley de Información no Financiera en España, están empezando a penalizar a las empresas que no tengan una estrategia para ayudar a conseguir la meta internacional de limitar la subida de las temperaturas a 1,5 °C.

Al mismo tiempo, hemos presenciado un verdadero despertar colectivo sobre el precio de la inacción climática, que se ha manifestado de manera indiscutible en la reciente cumbre de la COP26 en Glasgow. Esta doble presión, por parte de los gobiernos y de los consumidores, hace que, hoy, la inacción de una empresa en materia de clima y sostenibilidad ponga en peligro su continuidad en un mercado cada vez más transparente y exigente.

Rentabilidad climática

Las siguientes son solo tres de las numerosas acciones para frenar el cambio climático que las empresas pueden adoptar, con sus correspondientes efectos potenciales en la rentabilidad.

Diagnóstico de riesgo climático. Cada año se incrementan los daños y las perturbaciones ocasionados por los fenómenos climáticos extremos; las empresas deben prepararse para el efecto de estos eventos en sus negocios so pena de quedar expuestas a pérdidas. El diagnóstico de riesgos climáticos es lo mínimo que deben hacer para proteger sus rendimientos en el medio y largo plazo.

El diagnóstico de riesgos climáticos es lo mínimo que las empresas deben hacer para proteger sus rendimientos en el medio y largo plazo

En 2017, el Grupo de Trabajo para Declaraciones Financieras Relacionadas con el Clima (Task Force for Climate-Related Financial Disclosures o TCFD) publicó sus recomendaciones para ayudar a las empresas a identificar y reportar a los inversores sus vulnerabilidades en relación con el cambio climático. Hoy, las recomendaciones han ganado el apoyo de más de mil organizaciones privadas y públicas a nivel global, e incluyen aspectos relacionados con gobernanza, estrategia, gestión de riesgos, métricas y objetivos. Son una óptima guía para empezar el diagnóstico.

Reducción y compensación de la huella de carbono. De aquí a 2026, el precio de la tonelada de carbono en la Unión Europea será de 75 €, y se espera que esta tasa siga creciendo a lo largo de los años. La necesidad de descarbonizar el planeta es urgente y las empresas tienen que hacer su parte, o pagar el precio.

Tener una estrategia de reducción y compensación de la huella de carbono ya es una ventaja competitiva a la hora de pedir financiación

Tener una estrategia de reducción y compensación de la huella de carbono ya es una ventaja competitiva a la hora de pedir financiación: los bancos e inversores son reticentes a otorgar capital a empresas que no hacen nada para descarbonizar sus operaciones. Es más, algunos incluso ofrecen mejores condiciones de financiación para las más avanzadas en la materia.

Posicionamiento sostenible del producto o servicio. El mercado se está moviendo hacia un consumo mucho más consciente. Al mismo tiempo, los reguladores están pidiendo cada vez más transparencia a las empresas sobre su impacto ambiental. En algunos años, los consumidores ya no compararán productos atendiendo solamente al precio y las funcionalidades: también se fijarán en datos como la huella hídrica o de carbono.

Es poco probable que las empresas que se posicionan como sostenibles hoy puedan vender sus productos con recargo, pero sí que van a ganar participación en el mercado. A largo plazo, los esfuerzos actuales se traducirán en más ventas y en una facturación más alta.