No sé vosotros, pero yo hace mucho tiempo que uso herramientas colaborativas y debo reconocer que trabajar a distancia no es nada nuevo para mí. Ya hace años que estoy metido en organizaciones donde las personas gozamos de libertad a cambio de ser responsables y funcionar por proyectos y objetivos.
En cualquier caso, es evidente que el teletrabajo no está aceptado ni implantado masivamente en todos los sectores. En algunos entornos sigue habiendo reticencias al respecto y la resistencia al cambio siempre es fuerte. Aunque la pandemia que nos ha tocado sufrir ha acelerado este modelo de trabajo, no significa que las organizaciones hayan creado una cultura remote-first.
Viendo las decisiones tomadas por empresas como Twitter o Microsoft, parece que este será un cambio permanente. Si se confirma la tendencia y se permite que las personas trabajen en remoto, muy probablemente conseguiremos un impacto positivo en lo referente al medio ambiente, la productividad y el compromiso.
Vida personal y profesional
Llegados a este punto, debemos tener claro que establecer una cultura remote-first exitosa implica mucho más que simplemente dejar que nuestra gente trabaje desde casa. Es el momento de sentar las bases de las organizaciones postpandemia: empresas y organismos públicos que comprendan la diferencia entre ser remote friendly y tenerlo metido en el ADN como primera opción.
La cultura remote-first tiene interiorizado el teletrabajo como parte de su estrategia de negocio, de atracción y retención de talento
Las empresas amigables con el teletrabajo son aquellas que permiten trabajar de forma remota, al menos parte del tiempo, pero tienen una oficina física. Son aquellas que mantienen una cultura basada en el presencialismo, en las que parece que trabajar desde casa es un privilegio solo disponible para algunos empleados.
Por otro lado, la cultura remote-first tiene interiorizado el teletrabajo como su modelo natural, como parte de su estrategia de negocio, de atracción y retención de talento. En estas organizaciones se invierte para conseguir que la gente se sienta parte del grupo, a pesar de verse más por videoconferencia que en una oficina, aunque es crítico conseguir una colaboración natural, igual y humana, que equilibre la vida personal y profesional.
Para conseguirlo hay que crear los procesos y la infraestructura tecnológica adecuados para fomentar el trabajo transparente y asincrónico, y proporcionar igualdad de acceso, oportunidades, beneficios e inclusión para todo nuestro equipo, respetando su autonomía.
Nunca debemos olvidar que somos personas y que necesitamos el contacto humano, las conversaciones informales…
Afortunadamente, ya disponemos de una infraestructura de telecomunicaciones de primer nivel y una gran cantidad de soluciones tecnológicas que facilitan la creación e implantación de esta cultura. Apalancarnos en la nube permitirá crear un espacio de trabajo digital seguro, en el que nuestra gente pueda dar lo mejor de sí misma, sin sacrificar horas con su familia y amigos, para la práctica de sus hobbies…
Evolucionar
Es un tema apasionante que da para largos debates, en los que podemos discutir sobre conciliación, tecnología, estilos de gestión…, incluso sobre ergonomía. Hay cosas que están muy claras y otras en las que todavía estamos experimentando, pero no tengo duda de que evolucionar nos obliga a interiorizar conceptos como:
- Comunicación asincrónica transparente. Documentar todas las conversaciones en un espacio de búsqueda fácil e intuitivo permite estar al corriente de ellas en el momento que mejor se adapte al horario de las personas, que tienen distintas realidades y viven en distintas franjas horarias.
- Creación de vínculos. Nunca debemos olvidar que somos personas y que necesitamos el contacto humano, las conversaciones informales… Los vínculos fuertes requieren algo más que simplemente trabajar juntos. Es crítico crear espacios, a veces virtuales y a veces presenciales, para fomentar las complejas interacciones interpersonales que ayudarán a las personas a comunicarse más eficazmente entre sí en el futuro.
- Autonomía y confianza. Los que trabajamos en remoto sabemos que gozamos de total autonomía a cambio de ser responsables y de nuestro total compromiso para que los proyectos lleguen a buen puerto. Esto implica que debemos desterrar de nuestro vocabulario expresiones como micromanagement y control horario.