Las arquitecturas SDN (software-defined networking) son una realidad palpable en el ámbito de los centros de procesos de datos (CPD). Toca ahora dar el salto a la empresa, a los denominados entornos campus, donde las redes corporativas han de encaminarse hacia un modelo NaaS (network as a service).
La movilidad está suponiendo una palanca evidente en lo que a la transformación digital se refiere. Dentro de esta tendencia, se puso un especial énfasis en los dispositivos, cada vez más numerosos y heterogéneos. Para hacer frente a esa diversidad, surgen tendencias como BYOD, que, aunque contribuyen a simplificar el escenario en materia de gestión, también complican otras áreas, como la seguridad.
Sin embargo, esta movilidad corporativa debe ir más allá del simple uso de un dispositivo móvil para determinadas tareas. El usuario debe poder también acceder a los diferentes servicios corporativos, independientemente de dónde procedan (de un servidor remoto o de la nube).
Cambio de mentalidad
La resistencia al cambio es un hecho en todas las facetas de la vida; la tecnológica no es una excepción. En el mundo de las redes es preciso evolucionar, adaptarse a los nuevos tiempos y desterrar prácticas del pasado que cada vez tienen menos sentido. Este es el caso, por ejemplo, de separar las LAN de las redes wifi, cuando los elementos conectados, a los que hay que prestar idénticos servicios y seguridad, son los mismos.
Todavía hoy existen administradores de red que separan la conectividad de la seguridad; ¿acaso no van ligadas? Es imperativo contar con una visión más holística, una perspectiva mucho más global de toda la red, donde el plano de control pasa a estar centralizado y, por supuesto, con soporte multifabricante.
Este cambio de mentalidad va a venir protagonizado en gran medida por las arquitecturas SDN, que restan importancia al hardware, convertido ya en una commodity, para otorgársela al software, al mundo de la virtualización.
Incluso, algunos de los que comenzamos a dar los primeros pasos en este tipo de soluciones (Huawei lanzó su primera arquitectura Agile Network en los conceptos SDN en 2013) hemos pasado de concebirlas como cuatro tipo distintos (datacenter, campus, IoT y WAN) a una única plataforma desde donde es posible migrar todas las políticas SDN.
SDN consigue que el control sobre los accesos a la red sea tan cuidadoso como flexible
Del datacenter al campus
Acostumbrados a las arquitecturas de red estáticas, muy ligadas a los elementos físicos (al hardware que componía la infraestructura), SDN abre un nuevo horizonte mucho más dinámico y que permite un control centralizado con el que automatizar las configuraciones y políticas según perfiles.
En los datacenters, este tipo de arquitecturas orientadas al software ya son una realidad; ahora le toca a las empresas y sus redes corporativas, alcanzando de pleno las WAN. IDC estima que este salto más allá de los CPD podría llegar a mover 6 000 millones de dólares en 2020, suponiendo ritmos de crecimiento del 90% en los próximos cuatro años.
Aunque es cierto que EE. UU. va por delante de España —de hecho, estudios recientes hablan de que casi el 50% de las empresas consultadas planean dar este salto en los dos próximos años—, en nuestro país ya han movido ficha algunos actores.
Uno de los motivos por los que está cambiando la tendencia es la nube. A medida que se incrementan los entornos cloud, tanto públicos como privados, las redes corporativas han de optimizar su rendimiento para ser capaces de asumir aumentos en el volumen de carga de trabajo. Dicho de otro modo, la mejor receta para entregar aplicaciones en entornos cloud es SDN.
A fin de cuentas, el objetivo último de las redes es ese: poder entregar aplicaciones que crecen a un ritmo acelerado, del mismo modo que lo hace el número de usuarios. SDN pone el foco ahí, consiguiendo que el control sobre los accesos a la red sea tan cuidadoso como flexible. De otra manera, no sería posible garantizar que los diferentes servicios de red estén disponibles de un modo uniforme.
Una de las asignaturas clave es poder localizar y optimizar dinámicamente los recursos de la red para poder dar respuesta a necesidades bajo demanda y en tiempo real.
Asimismo, la escalabilidad en redes heterogéneas, especialmente en las grandes empresas, supone todo un reto, puesto que deben proporcionar una amplia diversidad de servicios que se ejecutan en decenas de miles de dispositivos de red. Una circunstancia que se verá amplificada con la irrupción definitiva del IoT y sus innumerables dispositivos con sensores accediendo a servicios a través de la red, multiplicando exponencialmente las interacciones externas.
En este sentido, las labores de despliegue de las políticas se ven significativamente simplificadas en una red basada en software, incluidos todos los aspectos relativos a la seguridad, donde tendencias como BYOD han marcado un punto de inflexión.
La mejor receta para entregar aplicaciones en entornos cloud es a través de SDN
Ejemplo práctico
Para ilustrar de un modo clarificador cómo las arquitecturas SDN marcan un antes y un después basta remitirse a un caso recurrente: la consolidación de un grupo de empresas o filiales en un mismo edificio. Esta situación ejemplifica perfectamente el avance que supone SDN en la construcción, despliegue y gestión dinámicas de las redes.
Antes de adoptar redes basadas en software, gestionar la complejidad de este tipo de consolidaciones con las redes estáticas no resultaba sencillo. No hace falta irse muy lejos, no más de tres años atrás, para que este proyecto de consolidación hubiera supuesto un quebradero de cabeza al departamento TI. Entonces, prácticamente habría sido necesario ir equipo por equipo configurando la nueva arquitectura de red común.
No hay que olvidar que solo la gestión de las redes de diversas filiales puede consumir el 30% del tiempo de la administración. No es para menos, puesto que a la adición o supresión de nodos de filiales hay que sumar un buen número de tipos diferentes de dispositivos online y offline, con sus respectivas labores de instalación, configuración y soporte de actualizaciones.
SDN ha dado un giro copernicano a esta situación: apoyándose en la estructura del directorio activo de cada empresa, es posible configurar la red para que esta se comporte de manera diferente una vez identificado el usuario. Todo ello, además, configurado como un único punto de red, de manera absolutamente transparente y ágil.
Tanto es así que si en lugar de mantener bajo un mismo techo —o una misma red, en este caso—, a las diez filiales que se mudaron inicialmente, quisiéramos reducirlas a la mitad, no sería necesario modificar ningún elemento de hardware, únicamente de software.
Esa es la potencia y versatilidad de SDN que, definitivamente, ya ha marcado un hito en la industria.