Hace poco más de 100 años, en 1899, Charles H. Duell, comisario de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos anunció el fin de los inventos de la humanidad, “el hombre ha inventado todo lo que podía inventar. Eso es señal de que el mundo llega a su fin”. Era tal su convencimiento que pidió al Congreso americano que cerrara la Oficina de Patentes, ya que no tenía sentido mantenerla abierta por más tiempo al no quedar más cosas por inventar.

El mundo está cambiando y con él nuestras vidas, nuestra forma de relacionarnos y, por supuesto, nuestra forma de trabajar y de hacer negocios. Sin ir más lejos, el otro día sorprendí a mi sobrino de tres años, intentando cambiar de canal pasando la mano por encima de la pantalla de la televisión, como si fuese una tablet. Él da por supuesto que todas las pantallas son táctiles e incluso que se puede comunicar con sus tíos a través de cualquier pantalla, via Internet como haciendo una videollamada.

El mundo está lleno de pantallas, cámaras, puntos de acceso a Internet, sensores, dispositivos… Todo este escenario lo que nos ofrece son infinidad de oportunidades, nuevas formas de comunicarnos, de interactuar con los demás y con el mundo que nos rodea. Pero también, por supuesto, formas de hacer nuevos negocios, nuevas fuentes de ingresos para nuestras organizaciones y, en definitiva, la posibilidad de hacer las cosas de una manera antes impensable.

Esto es algo a lo que no podemos enfrentarnos ni resistirnos, es inútil. Deberíamos subirnos a este carro lo antes posible para no quedarnos estancados. Be water my friend, adáptate a los cambios y aprovecha la corriente.

No digo que te dejes arrastrar por la corriente sin control, pero sí que fluyas y te vayas adaptando poco a poco para sacar el máximo beneficio de la forma más rápida posible. Lo aconsejable es ir moldeando tu forma de vivir y de trabajar para adoptar de forma natural y continua la avalancha de cambios que tenemos encima. Los que antes cogen la corriente antes llegan a su objetivo.

Transformación digital

Big data, data lakes, Internet de las Cosas, smart cities… Da igual cuál sea el cambio o cómo lo llamemos, todos suponen y están basados en lo mismo, una transformación digital. Un aprovechamiento sin precedentes de la tecnología y de los datos en todos los ámbitos de la vida y no solo en el corporativo, aunque siempre o casi siempre haya un objetivo económico y empresarial detrás de todo esto.

Esta revolución silenciosa lleva varios años penetrando en nuestro día a día sin que apenas nos demos cuenta; pero si nos parásemos un minuto a pensar cómo hacíamos las cosas hace unos años, nos sorprenderíamos realmente.

Nadie podía imaginar hace unos años que estaríamos híper-conectados, que los datos se generarían de forma tan rápida y variopinta, y que crecerían de forma tan desmesurada. A nadie le sorprende hoy que existan aplicaciones en nuestros móviles (¡huy! móviles, ese aparato que nos permite hablar por teléfono desde cualquier punto del mundo sin necesidad de estar conectado a un cable), que analizando tu posición actual, tus preferencias y el histórico de tus compras, te sugiera, en tiempo real, una serie de productos o servicios relacionados con tus gustos. Que te envíen ofertas personalizadas según pasas por una zona determinada de tu ciudad.

Y aunque tenga ciertas similitudes, no es magia ni brujería, es la aplicación de la analítica y la tecnología sobre un conjunto de datos que estamos generando casi sin darnos cuenta. Hablamos de similitudes con la brujería porque, al igual que las brujas mezclaban en su caldero mágico varios ingredientes, los data scientists tienen que mezclar diferentes fuentes de datos para conseguir sus predicciones. Y si lo comparamos con la magia, es evidente que el que dé con el algoritmo y combinación de datos perfecta para su problemática, no querrá desvelarla al resto del mundo, tal y como hacen los magos con sus mejores trucos.     

Los datos son el verdadero impulsor de toda esta realidad que estamos viviendo

La magia está en los datos

La tecnología actual hace posible cosas que hubieran parecido ciencia ficción hace tan solo unos años, como por ejemplo la capacidad para almacenar grandes cantidades de datos o dar respuesta en tiempo real a nuestras preguntas. El denominado analytics, o la aplicación de algoritmos, más o menos complejos, nos permite descubrir patrones y tendencias que permanecían ocultos a simple vista y que nos ayudan a conocer un posible comportamiento futuro para que seamos capaces de actuar sobre él, incluso antes de que ocurra, para así responder de forma adecuada en función de nuestras necesidades.

Pero tanto la tecnología como el analytics, que son el motor de esta transformación, el hardware y el software de toda esta revolución, necesitan un combustible para funcionar. Y este combustible son los datos, el verdadero impulsor de toda esta realidad que estamos viviendo.

Los datos son la pieza clave, de hecho se están convirtiendo, también sin que nos demos cuenta, en el activo tangible más importante de las compañías. Cada vez son más las empresas que contratan a responsables del dato, mánagers encargados de gestionar y sacar el máximo valor posible a la información disponible (Chief Data Officer [CDO]).

Porque, aunque la tecnología, el analytics y los datos son los pilares fundamentales de este cambio histórico, no podemos olvidarnos de lo más importante de todo… las personas. Sin personas cualificadas y con esta mentalidad abierta para asimilar y adoptar este cambio, todo lo anterior serviría de muy poco o de nada.

Y es ahí donde quería llegar. Para hacer que todo sea real, todos nosotros tenemos que entender lo antes posible lo que estamos viviendo y adaptarnos al cambio. Olvidarnos de los límites tradicionales que tenemos prefijados en nuestras mentes y empezar a pensar de forma diferente bajo este nuevo paradigma.

No es magia ni brujería, es la aplicación de la analítica sobre un conjunto de datos

Sí, es posible

Está claro que Charles H. Duell estaba muy confundido y que la predicción que hemos comentado al principio falló. Y fallará una y otra vez, siempre que creamos que es posible superar lo ya hecho, lo ya inventado.

El hombre se ha superado a lo largo de su historia y lo seguirá haciendo, solo tenemos que tener la firme creencia de que todo puede cambiar y de que las cosas pueden hacerse de una manera diferente. No pongamos límites, y menos ahora que nos acompaña la tecnología, el analytics y los datos.

Ahora todos nosotros tenemos la posibilidad de hacerlo. Ya existen las herramientas, el conocimiento y las primeras experiencias para poder llevarlo a la práctica y poner así en marcha nuestras ideas innovadoras para convertir los datos en valor, ya que son el verdadero impulsor de toda esta realidad que estamos viviendo.