Como seres “asociadores” que somos, de manera instintiva relacionamos melodías con momentos. Entonces, ¿por qué no relacionar música y vino? Se afirma que la música influye en el gusto final del vino. Demos un paso más.
Hay bodegas que utilizan la música como elemento clave, tanto en la elaboración de sus vinos como en las viñas. Como anécdota, cabe destacar una bodega en Sudáfrica que reproduce música barroca durante su fermentación. Otras, en cambio, hacen recitar cantos gregorianos durante la crianza, ya que afirman que esas suaves vibraciones mejoran su calidad. Además, en catas a ciegas (es decir, se catan los vinos sin ver las etiquetas) se ha demostrado que la música induce a una mejor percepción de aquellos vinos durante cuya elaboración se ha reproducido música clásica.
Una melodía para cada variedad
En cuanto al consumidor, la influencia de la música comienza con el proceso de compra. Estimula áreas específicas del cerebro, de acuerdo con la teoría cognitiva, y ejerce un gran dominio en la percepción sensorial del vino durante su degustación.
Adrian North, director del departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Edimburgo, realizó un estudio en un supermercado, en el que demostró que las ventas de vinos franceses se disparaban si se utilizaba música ambiental con acordeones. ¿Tendrá el mismo efecto si utilizamos copla, pasodobles, flamenco, jotas o sardanas en los supermercados de vinos del mundo?
La Universidad Heriot Watt de Edimburgo realizó un estudio que determina un estilo de música para cada variedad de uva o vino. Cabernet Sauvignon necesita música fuerte y poderosa, como, por ejemplo, el rock; tempranillo para melodías soul y R&B, incluso acompañamiento de guitarra; Chardonnay entona con los ritmos refrescantes y alegres como el dance o la música disco; Syrah es el mejor compañero para música clásica.
Un complemento perfecto
Podemos entender la música como musa del vino y viceversa. De hecho, son muy numerosas las obras que se dedican a este caldo. Por ejemplo, Celtas Cortos compuso Amor por el vino, que reza “Una cosa es el vino y otra cosa es el amor, pero si juntas las dos, nace el amor por el vino”.
No obstante, y en un intento por acercar el vino al sector más joven, se organizan eventos en los que música y vino son los principales actores. Es el caso de The Hip Hop Wine Shop (Reino Unido), en el que el hip hop congrega a un grupo de jóvenes que por primera vez asisten a la cata de un vino. Se trata de aprender a catar en un ambiente más cercano y distendido. Esta vinoteca, sita en Liverpool, mezcla shows de grafiti, tatuadores en directo y hip hop en vivo para culminar con una masterclass de cata de vinos ¿Quién dijo que el vino solamente marida con lo clásico?
Music City Food & Wine Festival, en Nashville (Estados Unidos), es un evento de renombre a nivel nacional que reúne a los grandes chefs y productores de vino del país durante dos días en los que el vino es uno de los grandes protagonistas. En España, concretamente en El Bierzo, destacamos el Evento Sarmiento, que plantea una experiencia única para disfrutar de la música en directo desarrollada en diferentes escenarios de las bodegas participantes.
Experiencia sensorial
Además, el vino ha sido el principal instrumento para componer melodías. Existen orquestas que aprovechan copas, barricas, botellas, corchos, e incluso el vino, para componer una etílica pieza musical.
Cada vez está más de moda la combinación de vino y música, no solo de música clásica o en conciertos, sino que en la actualidad el vino se ha convertido en el agente principal de muchos eventos. El maridaje sonoro es una clara apuesta vencedora en lo que a enocultura se refiere. Lo que está claro es que una cata de vino se puede convertir en una auténtica sesión de musicoterapia. De eso se trata, de experiencias sensoriales.
Es una magnífica forma de ensamblar el folclore de un país, su música y su vino, que encierran en ellos geografía e historia. Ya lo anunció Goethe en Fausto: “España, el bello país del vino y de las canciones”.