Todos tenemos en nuestro día a día ejemplos de lo que supone tomar malas decisiones. Han pasado 35 años desde aquel 26 de abril de 1986. El reactor 4 de la central nuclear Vladimir Illich Lenin —ubicada en el norte de Ucrania, a 3 km de la ciudad de Prípiat y a 18 km de la ciudad de Chernóbil— explotó, dejando escapar una nube mortal de materiales radiactivos. Se considera el peor accidente nuclear de la historia junto con el de Fukushima (Japón) en 2011.
Se trató de una combinación de errores de diseño, ahorros indebidos, operación inapropiada y malas decisiones
Las causas de un incidente siempre son complejas de precisar. En el caso que nos ocupa se trató de una combinación de errores de diseño, ahorros indebidos, operación inapropiada y malas decisiones. Errores que podían haberse evitado. A saber:
El ahorro en seguridad no es un ahorro. El diseño del reactor tipo RBMK (de condensador de alta potencia) nunca hubiera sido autorizado en Occidente porque sacrificaba la seguridad, sobre todo en la protección de los reactores: carecía de la estructura de contención con cúpula de hormigón, que hubiese sido fundamental para contener la explosión y el material radiactivo. Por esa razón la URSS construía reactores en la mitad de tiempo y a la de mitad de coste que sus rivales occidentales.
En la empresa energética e industrial en la que he trabajado durante gran parte de mi carrera profesional no se ha escatimado en seguridad. Desde el primer al último empleado, nadie cobraba sus objetivos si se producía un accidente grave en cualquier operación, negocio o país. La conciencia e implicación a nivel corporativo eran máximas.
Gestionar a distancia complica la operativa. Los responsables y el director de la central respondían ante un comité de burócratas y comisarios políticos ubicados muy lejos, en Moscú, y que, además, tenían objetivos y compromisos diferentes.
Gestionar un proyecto a distancia con el fin de ahorrar lo complica mucho más. En su momento lideré un proyecto de sistemas para Canadá desde Madrid, lo que me produjo innumerables dolores de cabeza. Ahorrar en este aspecto vuelve a salir muy caro por falta de esa necesaria comunicación constante. Manejar una agenda común es clave, y cada pieza del puzle es igual de importante.
Disponer de documentación y guías operativas —detalladas y actualizadas— es fundamental. La formación y el entrenamiento lo son todo; la voluntad, también. Los operadores de la planta no tenían el entrenamiento adecuado, ni la formación requerida, ni disponían de todos los procesos de actuación documentados.
En muchos proyectos, cuando las fechas de entrega se van acercando, se minimiza el tiempo dedicado a la documentación y a reflejar los cambios, o incluso se prescinde de ello. Esto representa un riesgo, además de trabajo doble a la hora de cerrar el proyecto y traspasarlo a producción con garantías. Cuando hay prisas, la calidad suele ser la gran perjudicada.
Las políticas de comunicación y transparencia son el mejor medio de tener de tu lado a las diferentes partes implicadas
Saber lo que nos jugamos en cada momento. Se estaba sometiendo a la planta a pruebas de estrés complejas (entre ellas, un corte eléctrico que produjo el sobrecalentamiento del núcleo) que recomendaban parar y dar marcha atrás. Pero los técnicos políticos ubicados en Moscú ordenaron seguir adelante y los técnicos locales no tuvieron el coraje de hacer prevalecer su opinión y ordenar la parada.
Siempre se debe poder volver atrás con garantías. En algunos proyectos en los que he trabajado no dimos a tiempo la señal de que teníamos un problema, y, cuando lo hicimos, este ya había crecido y no podíamos volver atrás. El falso control es un enemigo letal.
Depender de mandos capaces que tomen decisiones cercanas a la realidad. Las decisiones políticas y las científicas no casan bien. La planta no estaba supervisada por un organismo regulador independiente. Incluso si no hay conflictos, un arbitraje independiente es necesario para eliminar presiones de los diferentes grupos de interés. Esta figura puede ser la de un consultor o un auditor, que ha de contar con experiencia, solvencia y capacidad de maniobra.
Relegar la salud humana y medioambiental no es aceptable. En aquel momento, la URSS quería mostrar al mundo su capacidad tecnológica y eso primaba frente a la seguridad de las personas y las instalaciones. También fue un error poner una ciudad, Prípiat (imagen del modelo de bienestar comunista), junto a la central para dotarla de energía y ahorrar en su transporte.
Las políticas de comunicación y transparencia, o invitar a conocer tus operaciones y forma de trabajar, son el mejor medio de tener de tu lado a las diferentes partes implicadas. En una operación de extracción en la Amazonía, ¿qué mejor aval que invitar a una organización ecologista para que vea cómo trabajas? Se asume un compromiso, pero merece la pena.
Mentir es inaceptable. No se puede ni se debe ocultar información. Una vez ocurrido el accidente, las autoridades callaron durante, al menos, 36 horas. No se informó a nadie. A la población local, que había oído la explosión, se le dijo que había un incendio en la cubierta del edificio.
Se debe cumplir con la legislación vigente e ir más allá. En la empresa energética en la que trabajé, si había varias legislaciones regulatorias en varios países donde se operaba, se tomaba para todos la más exigente y restrictiva. Eso supone un sobrecoste, cierto, pero indica voluntad y manda una señal inequívoca.
Todo acaba saliendo a la luz. La credibilidad y la confianza perdida son difíciles de recuperar. Las autoridades soviéticas hicieron público el problema porque una planta nuclear sueca, a 1100 km de distancia, captó altos niveles de radiación. Dos días después de la explosión se anunció el accidente en los informativos soviéticos. La información ocupó 14 segundos.
En una empresa en que trabajé, por cambios de criterio, se actualizó la forma de contabilizar unas reservas de hidrocarburos. La decisión de informar a los organismos reguladores, medios, etc., fue inmediata. Eso provocó una momentánea caída en bolsa de las acciones, que luego se recuperaron. Si la información hubiera llegado a través de un tercero, los resultados hubiesen sido peores y la imagen más difícil de recomponer.
Decisiones
La radiactividad liberada en Chernóbil fue entre 100 y 500 veces superior a la de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Aún no se tienen cifras exactas sobre el número de muertos y enfermos que hubo entre los bomberos y los llamados “liquidadores” que trabajaron para sellar el núcleo y eliminar escombros tóxicos; tampoco sobre la población civil contaminada que murió años después.
Hoy en día la radiactividad persiste, tanto en Chernóbil como en grandes áreas del norte de Europa cuyo suelo no se puede cultivar y donde los animales han de ser sacrificados. La ciudad de Prípiat, donde vivieron 50 000 personas, será inhabitable durante 20 000 años más debido a la radiación.
Seguro que la mayoría de nuestras actuaciones no conllevarían nunca a la gravedad del ejemplo presentado, pero no conviene descuidarse. Hay que recordar que todos, siempre, acabamos pagando los errores de unos pocos.