Según Gartner, el 88% de las empresas requieren adaptarse a soluciones de teletrabajo después de la crisis de la COVID-19. Además, el 50% de las empresas consideran que la productividad de sus empleados mejorará como consecuencia de la digitalización: de acuerdo con los últimos datos de CIO 2020, y según la Comisión Europea, el 46% de las empresas consideran que la digitalización incrementará su competitividad. Con estos datos, la proliferación del concepto digital workplace, mediante el que el empleado puede dar continuidad a su rutina laboral desde cualquier ubicación geográfica, es una realidad y además una solución para la mayoría de las empresas en pleno siglo XXI.

La digitalización acelerada que estamos viviendo en los últimos años, especialmente impulsada durante 2020 con motivo de la COVID-19, sugiere la necesidad de impulsar un cambio en el paradigma empresarial actual y en cómo venimos concibiendo el puesto de trabajo. La digitalización es la palanca tractora de esta evolución, que las empresas deben acometer en el ámbito cultural, personal y tecnológico para seguir siendo un foco de talento para los nuevos profesionales.

Toda esta nueva realidad laboral ha provocado la proliferación de lo que llamamos digital workplace, un espacio de trabajo que habilita herramientas digitales alineadas a las necesidades de negocio, encaradas a aumentar la productividad del usuario, fomentar la colaboración entre empleados y dotar de acceso seguro a los recursos de la compañía desde cualquier ubicación. El puesto de trabajo digital deviene un hub centralizado de herramientas digitales que permiten que el usuario pueda desempeñar de forma más ágil e intuitiva su trabajo del día a día, optimizando los procesos de negocio e impulsando la innovación dentro de la organización.

Atracción y retención de talento

Ante esta realidad, las empresas se enfrentan al reto de ser más atractivas para atraer y retener talento, a la vez que los empleados han de ser más ágiles en los puestos internos. Para ello, la digitalización ha de producirse en todo el ambiente y en la cultura empresarial, no solo en el puesto de trabajo.

El cambio debe darse de forma acompasada en los tres ámbitos clave (cultura, personas y tecnología)

El cambio debe darse, además, de forma acompasada en los tres ámbitos clave (cultura, personas y tecnología). Esto es lo que va a permitir generar un proceso de evolución de la empresa en diferentes entornos, evitando generar estrés entre los empleados para eliminar gran parte de la reticencia al cambio que pueda aparecer. Las empresas han de poner al usuario (empleado) en el epicentro de sus ecosistemas y apoyarse en la tecnología como palanca transformadora de la cultura empresarial.

Digital workplace: colaboración y productividad

Otro reto significativo que deben afrontar las organizaciones es cómo aumentar la productividad de sus empleados. Para ello resulta clave fomentar la colaboración y el trabajo en equipo como uno de los objetivos centrales de la digitalización del puesto de trabajo.

Un sistema de colaboración empresarial bien diseñado simplifica el proceso de comunicación e intercambio de información, fomenta una cultura de aprendizaje continuo, impulsa la creatividad e incrementa la agilidad y la capacidad de respuesta. La consecuencia de todo esto es una mejora en la fluidez de los procesos de negocio, que redunda en una mayor productividad.

Además, el digital workplace provee al usuario de acceso a los recursos de la organización en cualquier momento y lugar, y desde cualquier dispositivo, pero a través de un proceso securizado de forma robusta, aplicando directivas de autenticación y acceso condicional, auditando y monitorizando en todo momento esta actividad.

Otro de los beneficios importantes de este modelo es todo lo relacionado con la conciliación laboral y la vida personal

Precisamente, los patrones de uso del puesto de trabajo digitalizado son otro de los puntos fuertes de estos modelos. El análisis de estos datos ayuda a la toma de decisiones en aspectos como asegurar la continuidad del negocio, rediseñar y flexibilizar los espacios de trabajo o establecer estrategias de nuevas inversiones.

Otro de los beneficios importantes de este modelo es todo lo relacionado con la conciliación laboral y la vida personal. El teletrabajo se ha impuesto como forma principal de dar continuidad a miles de negocios y el digital workplace ofrece ventajas en cuanto al ahorro de tiempo y coste que suponen los desplazamientos a un espacio físico concreto, junto con una mayor flexibilidad en el entorno laboral que resulta más atractiva y se ajusta mejor a las expectativas de las nuevas generaciones de profesionales.

Este cambio de paradigma cultural, acompañado de la digitalización del puesto de trabajo, ayuda a obtener un adecuado balance entra lo personal y lo profesional, mejora la eficiencia en el desempeño y facilita el crecimiento de las capacidades de los empleados. A su vez, la empresa es capaz de rentabilizar y optimizar estratégicamente los esfuerzos de las personas, mejorado su competitividad y fidelizando el talento dentro de la organización.

Soluciones adaptadas y modulares

Para llevar a cabo este proceso es necesario contar con soluciones modulables y capaces de adaptarse a lo que necesite cada compañía. Además, deben ser capaces de dar respuesta al actual escenario de transformación digital, pero también abarcar los retos actuales y futuros. No se trata solo de habilitar tecnología, sino de definir una hoja de ruta, de forma conjunta con la empresa, priorizar implementaciones de forma gradual y, muy importante, acompañar a los usuarios en su uso para maximizar el desarrollo de su trabajo diario.

Soluciones como IntegratedWP de T-Systems, un conjunto de servicios habilitadores de la transformación digital enfocados a la mejora de la experiencia de usuario a través de la integración de los procesos de negocio con el puesto de trabajo. De este modo, responden a una demanda creciente por parte del mercado.

Además, la implementación de este tipo de servicios debe abarcar todo el proceso de desarrollo, desde la fase de asesoramiento y consultoría previas —en las que es importante saber objetivamente qué es lo que se va a hacer y cómo se van a llevar a cabo las distintas implementaciones tecnológicas— hasta acompañar al usuario en su aprendizaje y adopción una vez habilitadas las tecnologías, integrando estas soluciones en sus operativas y procesos diarios para hacer más eficiente su rutina laboral.