Rentable. Una gran parte de nuestra sociedad, y además en un porcentaje creciente, se ha plantado y ha dicho que no todo vale. Las experiencias y acontecimientos vividos en la última década han provocado una reacción social similar a las revoluciones de otras épocas que tantos avances positivos nos legaron.

Debemos prestar atención al presente, pero sin comprometer nuestro futuro ni el de las generaciones venideras. Por eso, la sostenibilidad es una obligación moral. Alcanzarla no sería posible sin una acción conjunta y coordinada entre la sociedad, las instituciones públicas y las empresas. Un proyecto no exento de dificultades y expuesto al siempre caprichoso destino de las influencias y sus influenciados. Pero la Historia está de nuestra parte. Solo debemos asegurarnos de que aprovechamos todas y cada una de las oportunidades que se nos presentan.

Sostenibilidad rentable

Sería injusto que las empresas, uno de los principales actores sociales, no pudieran también disponer de dichas oportunidades. Estas pueden constituir el impulso que permita a una compañía avanzar en materia medioambiental mientras vela por los legítimos intereses de todos sus miembros, en particular, por los de sus accionistas.

Hay muchas iniciativas que ayudan a contar con negocios más responsables sin perder un ápice de rentabilidad

Apostar por la sostenibilidad de los negocios no es tarea fácil. Normalmente implica tomar decisiones con cierto grado de incertidumbre respecto a su retorno económico. Por esta razón, es fundamental trabajar para que sostenibilidad y rentabilidad, dos palabras aparentemente antónimas, se conviertan en sinónimos. Se trata de dos conceptos que este año han adquirido el grado de simbiosis necesario para dejar atrás excusas propias de un pasado un tanto injusto.

La Comisión Europea y los Estados miembros saben de la importancia de incentivar desde las instituciones públicas al tejido productivo y a los mercados de capitales para lograr una Unión Europea más sostenible. En 2022 han entrado en vigor diversas iniciativas para abordar este tema y favorecer que los flujos de capitales se dirijan a las empresas que apuesten por la sostenibilidad medioambiental de sus negocios.

Los Fondos Next Generation son un claro ejemplo, ya que para poder acceder a ellos habrá que garantizar que no se causa un perjuicio significativo al medioambiente. Otra iniciativa destacable es el llamado Reglamento de Taxonomía Verde, que establece los criterios técnicos por los que una empresa se puede considerar medioambientalmente sostenible. Su objetivo es facilitar a los diferentes actores del mercado una herramienta que les permita apostar por empresas con conciencia ecológica.

Préstamos sostenibles

Las instituciones financieras también están incrementando sus esfuerzos para estimular que las empresas viren hacia la sostenibilidad. Los denominados préstamos sostenibles están adquiriendo un protagonismo cada vez mayor, y con unas claras expectativas de crecimiento. Estas tipologías de préstamos corporativos vinculan el tipo de interés al desempeño en materia de sostenibilidad de una empresa.

Si bien hasta ahora estos incentivos se situaban en torno a los cinco puntos básicos, en 2022 se están empezando a ver operaciones que se ubican entre los 40 y los 80 puntos básicos de rebaja sobre el tipo de interés asociado a un préstamo corporativo común. Un ahorro muy considerable y que demuestra la gran apuesta de este sector por la sostenibilidad.

Así, 2022 se perfila como el año bisagra en el que la sostenibilidad ha pasado a ser una cuestión de vital importancia; y no solo para la sociedad, sino también para los negocios. Ya no hay excusas para evitar ponerse manos a la obra: las empresas deben comenzar a valorar la multitud de iniciativas que pueden adoptar para desarrollar su actividad de modo más ecológico, sin perder por ello un ápice de rentabilidad. Pensemos en un futuro mejor y apostemos por él.