La paradoja del “ser” productivo

¿Hacia dónde vamos?

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La nueva etapa de evolución social está poniendo el acento en la productividad, aunque entendida como la cantidad de actividades que eres capaz de realizar en el tiempo del que dispones. Cabe señalar que, como consecuencia del efecto halo (un sesgo cognitivo que busca la generalización a partir de una sola característica o cualidad de una persona), tendemos a otorgar un mejor estatus social a las personas con mayor porcentaje de ocupación de su tiempo. Esto nos lleva a buscar nuevas actividades y responsabilidades que completen el tiempo libre.

A su vez, el estado “permanentemente ocupado” nos aleja de convertirnos en la sociedad que demandamos, una más productiva, puesto que debilita la capacidad de atención y no nos permite reflexionar, ser o proyectar todo lo “humanos” que anhelamos ser.

Como consecuencia del efecto halo tendemos a otorgar un mejor estatus social a las personas con mayor porcentaje de ocupación

Desde hace varias décadas, las innovaciones tecnológicas se nos presentan como la solución para hacer nuestro día a día más fácil. Sin embargo, la falta de tiempo sigue siendo un mal endémico globalizado, agravado por la incorporación de dispositivos electrónicos y plataformas tecnológicas. De igual forma que la falta de tiempo es algo intrínsecamente destructivo para nuestro bienestar, un uso excesivo de la tecnología tiene también consecuencias directas sobre la hominización.

El cambio es constante

La hominización es el proceso evolutivo responsable de la distinción entre humanos y primates. Las permutaciones morfológicas son propias de la adaptación al medio, tanto por parte de los humanos como de otras especies. En este punto es conveniente nombrar los resultados de un interesante estudio desarrollado por la Universidad de McGill. En él se demuestra que, en tan solo cincuenta años, el cambio climático ha provocado que dos especies de ratones modifiquen su anatomía y sus ámbitos para adaptarse a los cambios de temperatura derivados de los inviernos más suaves. En consecuencia, es evidente que este es un proceso que sigue latente en cualquier especie viva.

La hominización es el proceso evolutivo responsable de la distinción entre humanos y primates

Estos cambios morfológicos se pueden notar también en los seres humanos, por ejemplo, los producidos a consecuencia del uso continuado de todo tipo de tecnologías. De hecho, ya se encuentran evidencias claras en el cerebro de los nativos digitales: tienen menos conexiones en la zona de gestión de la memoria y, sin embargo, este aspecto se ha hecho mucho más robusto en las zonas de integración del cerebro, todo ello externalizado hacia los aparatos digitales. Concretamente, ya nadie se para a memorizar el número de teléfono de un contacto, ni realiza búsquedas de información en una única fuente. De hecho, la simulación científica del hombre del futuro, Mindy, presenta grandes cambios físicos para adaptarse a los dispositivos y protegerse de la radiación que emiten.

¡Alto!

Seguimos en un permanente estado de hominización que no tiene visos de parar. Me pregunto si será el anhelo de productividad lo que está pisando el acelerador de la evolución de la especie humana, y si es así, como es Mindy, cómo nos imaginamos a las generaciones futuras.

Mientras el tiempo da respuesta a esta incógnita, se hace necesario un alto en el camino para reflexionar sobre el tipo de sociedad que deseamos construir.