Se ha escrito mucho sobre los efectos que ha tenido la inesperada situación que nos ha tocado vivir en los últimos meses por culpa de la maldita pandemia, la COVID-19. Es indudable que ha tenido un impacto negativo brutal, que nos lleva de cabeza a una gran recesión mundial. A pesar de ello, también ha tenido un efecto positivo (si una situación tan desgraciada puede tener alguno) y es que ha acelerado la transformación de muchas organizaciones.
Tanto las Administraciones Públicas como las empresas se han dado cuenta de que, en muchos casos, no se habían tomado en serio ni la transformación digital ni todos los efectos positivos que tiene. Muchos no estaban preparados para el futuro, un futuro que se ha convertido en presente de manera abrupta.
Se empieza a hablar mucho de patriotismo industrial, pero debemos pensar más en el patriotismo empresarial
Es el momento de decidir qué papel queremos desempeñar los europeos en el mundo. Por mi parte, tengo claro que debemos reducir nuestra dependencia de terceros y potenciar las empresas de aquí. Es hora de pensar en cómo hacemos que las startups de nuestro continente escalen, ganen tamaño para ser competitivas en el mundo entero. Si queremos tener futuro debemos crear y potenciar nuestras empresas en múltiples sectores, entre ellos el tecnológico y el de las telecomunicaciones, empezando por la inteligencia artificial y el 5G.
Pero no debemos quedarnos ahí. Se empieza a hablar mucho de patriotismo industrial, pero debemos pensar más en el patriotismo empresarial, sin dejar a nadie atrás. Es hora de apostar, apoyar a nuestras empresas y evitar que las más atractivas acaben en manos de compañías de otros continentes. Necesitamos tener campeones europeos.
Preparada para el futuro
¿Qué significa ser una organización preparada para el futuro? Pues, básicamente, dos cosas: contar con gran eficiencia operacional y con una excelente experiencia para el cliente. Puede parecer que estoy simplificando demasiado, pero en absoluto se trata de una tarea fácil. Son dos conceptos íntimamente relacionadas y que deben ser desarrollados al mismo tiempo.
Llevamos tiempo hablando de customer experience y parece que hablar de procesos no es tan importante. Pero para hacer que las organizaciones sean eficientes de extremo a extremo, es crítico descubrir fricciones ocultas en todos los procesos. Esto es lo que permite aumentar, al mismo tiempo, los ingresos y la satisfacción de los clientes.
Para hacer que las organizaciones sean eficientes de extremo a extremo, es crítico descubrir fricciones ocultas en todos los procesos.
Últimamente estoy viendo un creciente interés por la minería de procesos, que cierra la brecha entre el análisis de procesos tradicional —basado en modelos y técnicas como el aprendizaje automático— y la minería de datos. Pues resulta que buena parte de los proveedores que existen a nivel mundial son europeos, y que los clientes están por todo el mundo. Hay una empresa alemana que lidera este mercado —Celonis, fundada en 2011— y que hace unos meses cerró una ronda de financiación con una valoración de 2 500 millones.
En una entrevista publicada recientemente, Alexander Rinke, uno de sus fundadores, decía: “Hemos visto increíbles avances en la tecnología en las últimas décadas, pero muchos procesos de gestión todavía se basan en paradigmas de la vieja escuela de la década de 1980, lo que afecta a la productividad de las personas en todas las organizaciones. La forma en que trabajamos está fundamentalmente cuestionada”.
La tecnología debe trabajar en conjunto con los equipos de operaciones para implementar cambios que ayuden a las empresas a alcanzar sus objetivos.
Me encanta la idea que hay detrás de la minería de procesos en cuanto a automatizar su comprensión y mejora. Comprender el proceso no te lleva muy lejos. Ya no es suficiente simplemente saber que hay ineficiencias. La tecnología debe trabajar en conjunto con los equipos de operaciones para implementar cambios que ayuden a las empresas a alcanzar sus objetivos.