En mi casa, de toda la vida, se dijo que la mejor herencia que un hijo podía recibir era una buena carrera. Luego, cada uno se buscaría la vida consiguiendo su puesto en la sociedad. En aquellos tiempos, la innovación era escasa y las referencias eran las mismas que treinta años antes. Qué digo treinta, que cien años antes, salvo pequeñas variaciones: había más coches, más opciones de diversión, mayor transparencia fiscal, y viajar y veranear empezaban a popularizarse. El resto era prácticamente igual: los mismos trabajos y funciones profesionales, con técnicas parecidas y sin demasiados cambios.
Pero cuando yo estaba terminado la carrera, llegó el ordenador personal de forma masiva. En mi primer trabajo me llegaron a preguntar que para qué quería un ordenador. Ya no hubo marcha atrás, llámalo ordenador, computadora, teléfono inteligente, robot, sistema, algoritmo, red…
Mira mi Linkedin: un 70%
de lo que hago profesionalmente
podría hacerlo un robot
Un nuevo futuro
La realidad es que el mundo que le va a tocar vivir a tus hijos no tiene nada que ver con el tuyo. Nada. Esto es la primera vez que ocurre en la historia. Nunca, de una generación a la siguiente, se ha producido un salto tan grande como el que separa a la tuya de la suya.
- Muy pocos conocen las consecuencias derivadas de la computación cuántica, que realiza operaciones informáticas un millón de veces más rápido que el ordenador que usas a diario.
- La tecnología blockchain sustituyéndote porque hace lo que tú haces, pero mejor y más rápido.
- Un robot que es capaz de atender a los clientes en trescientos idiomas y en todos los canales disponibles, con una sonrisa permanente y una capacidad de resolución de problemas ilimitada.
Mira mi perfil de Linkedin: un 70% de lo que hago profesionalmente podría hacerlo un robot. Dentro de un año, un 85%; dentro de dos o tres, puedo pasar a ser prescindible. Por detallarlo un poco más; dar clase, hablar por teléfono, investigar, desarrollar ideas de negocio, diseñar campañas de marketing, hacer presentaciones y planes de negocio, motivar y seleccionar al equipo… Todo ello, mejor el robot. Tal vez crear nuevos conceptos lo haga mejor yo, pero por poco tiempo.
Veamos el impacto de un pequeño invento, como puede ser el coche autoconducido. Si fuese un movimiento sísmico, la primera onda expansiva (entre cinco y diez años) hará prescindible a todo aquel cuya profesión tenga que ver con la conducción. Taxi, autobús, camión de reparto, moto, tractor, excavadora, apisonadora, tráiler, barco, helicóptero, avión, etc. La segunda onda expansiva haría prescindibles a muchos profesionales sanitarios relacionados con urgencias, traumas, prótesis, analgesia etc. Básicamente porque no habría accidentes y, en caso de que los hubiera, la tecnología aprendería, los humanos no. La tercera afectaría al mantenimiento de semáforos, control de aparcamiento, policías de tráfico, fabricantes de señales, etc. Se desarrollará en un concepto de ciudad nueva, distinta.
Se acabaron las aulas que clasifican
a los alumnos por edades
y no por capacidades
Cambios urgentes
Si estoy hablando de un nuevo mundo, ¿quién enseña a vivir en él? No busques soluciones en el sistema educativo actual. Salvo admirables excepciones, asombrosamente, inexplicablemente, vive de espaldas a todas las evidencias que ya han comenzado a producirse. Son necesarios cambios urgentes en la educación y, mientras no se acometan, no deberías dejar que tus hijos pierdan cuatro o cinco años.
La pieza clave de cualquier transformación digital pasa por la voluntad de las personas para acometerla, y estas no lo harán si no están capacitadas. Por eso la educación tiene que encarar estos cinco cambios urgentes:
- Personalización. Se acabaron las aulas prisión que clasifican a los alumnos por edades y no por capacidades. Como en las fábricas del siglo xix, en línea, con un profesor centro de toda la atención y garante de todo el conocimiento. Solo falta ponerle a cada niño una máquina de coser delante, en su pupitre, para que comience a producir. No se pueden dar treinta discursos a la vez, uno para cada alumno. No se puede en el entorno actual, pero sí con machine learning o con las nuevas tecnologías.
- Actualidad. Va demasiado deprisa para perder el tiempo con logaritmos neperianos o raíces cuadradas. No hace falta preparar el nuevo contenido, ya está creado, en formato audiovisual, es abierto, gratuito y ameno. Pero necesita constancia, esfuerzo y dedicación, y ahí el profesor o mentor sigue siendo imprescindible.
- Continuidad. Hola, doctor. Todos somos médicos, bienvenido al #lifelonglearning, donde nunca vas a parar de aprender. Y si lo haces, te descolgarás y te costará ponerte al día. Si has terminado tus estudios hace cinco años, la mitad de lo que has aprendido ya no vale para nada. En tres años casi la totalidad de tu carrera o máster será irrelevante si no te has preocupado de continuar aprendiendo.
- Responsabilidad. En mis múltiples viajes a Finlandia me inquietaba descubrir la clave del éxito de su sistema de formación. Después de hablar con muchos, extraje la conclusión de que se debe a un principio muy sencillo: “el único responsable de que aprendas eres tú mismo”. Esto lo cambia todo, adiós evaluaciones, exámenes, notas, títulos, convalidaciones. ¿Y ahora qué? ¿Vas a ser tan tonto de afirmar que dominas algo de lo que no tienes ni idea? Allá tú.
- Conveniencia. Y, lo más conveniente, si deseas que se prepararen para el futuro, es que lo hagan en un entorno digital y preferiblemente asistido por inteligencia artificial. ¿Quieres que lo prueben gratis?