Sea o no fruto del azar, últimamente parecen haberse multiplicado los cisnes negros. Nassim Taleb acuñó esta metáfora hace quince años para describir eventos aleatorios y poco probables pero de gran impacto socioeconómico. Enfrentarse a la incertidumbre forma parte de nuestro devenir, y es un fenómeno independiente de la evolución y el progreso.
Años más tarde se desarrolló la idea de los rinocerontes grises. Por si alguno se lo está preguntando, sí, todos los rinocerontes lo son. Michele Wucker se refería de esta manera a los riesgos de alta probabilidad y gran impacto que, a pesar de ser conocidos, son ignorados hasta que es demasiado tarde.
Causa o efecto
Con independencia del animal objeto del símil, lo verdaderamente relevante es nuestra reacción ante los riesgos. Definir hojas de ruta que aborden distintos escenarios parece un ejercicio fácil, pero el cortoplacismo y el predominio de la urgencia sobre la importancia hacen que muchas veces obviemos la respuesta ante unos fenómenos ciertamente previsibles.
A título empresarial, si tuviera que sintetizar los grandes cambios de la última década me quedaría con dos: la transformación de los modelos de negocio y la progresiva importancia del talento en la estrategia de gestión.
El quid de la cuestión no está en multiplicar la adopción de tecnología, sino en saber responder a su impacto en nuestro entorno y en nuestro mercado
El fenómeno de la digitalización ha contribuido de manera decisiva a estos cambios. Sin embargo, al contrario de lo que muchos siguen pensando, la digitalización es causa pero no efecto. Me explico: el quid de la cuestión no está en tecnificar nuestros procesos y multiplicar la adopción de tecnología, sino en saber responder al impacto de esta en nuestro entorno y en nuestro mercado.
Dicho de otro modo, la razón de ser de la transformación está en el efecto de la digitalización en nuestros dos activos más relevantes: los clientes y los empleados. Nuestros clientes, a consecuencia no solo de su digitalización, gozan de mayores opciones y son cada vez más exigentes. Y lo mismo sucede con el talento interno de nuestras organizaciones.
La economía de las plataformas ha redefinido las reglas del juego. Pero empieza a mostrar síntomas de agotamiento, con muchas voces críticas que censuran sus prácticas oligopolísticas y alertan ante el peligro de un “ciberleviatán” que coarta nuestros derechos y libertades.
Open source como principio de gestión
Por su parte, la era de la información ha acelerado la disociación entre los profesionales y las empresas, concebidas y organizadas para un modelo fabril que apenas sigue ya vigente. Los nuevos modelos de liderazgo, el replanteamiento del propósito o el auge de la sostenibilidad no dejan de ser respuestas —más o menos sinceras— de las compañías ante las nuevas demandas del talento. Pero en el fondo del debate subyace la esencia misma de la organización y su modelo de gobierno.
El open source trascenderá su origen tecnológico para convertirse en un principio de gestión, con flujos de información públicos y transparentes
Las estructuras jerárquicas irán progresivamente dando paso a un modelo distribuido en el que los procesos de decisión serán colectivos y descentralizados. El open source trascenderá definitivamente su origen tecnológico para convertirse en un principio de gestión, con flujos de información públicos y transparentes.
Cisnes negros o rinocerontes grises
Frente a la transformación de los modelos de negocio, auguro una nueva revolución: un jaque a los modelos de gobierno tradicionales, una redefinición completa del tablero de juego. Un cisne negro para algunos. O quizás debamos verlo como un rinoceronte gris.