Desde el amanecer de los días, vino y arte han formado parte de nuestra historia y de nuestra forma de entender la vida. Cada vino, cada obra de arte es una forma diferente de entender la historia de cada territorio, de figurar el esfuerzo de sus gentes y de admirar la belleza de sus paisajes.
Joaquín Sorolla, ilustre pintor de la luz, representa la influencia del vino en el arte, del mismo modo que Fabiola A. Lorente-Sorolla, su bisnieta y también artista. Fabiola, que cuenta con su propio taller —Alma Sorolla—, nos acompañará en la senda del valle de los sentidos que confluyen en la interpretación de lo que nos rodea gracias a estas dos disciplinas. Ambos pintores han reflejado la realidad del mundo vitivinícola en sus obras, destacando el valor humano sin el cual no podría llevarse a cabo.
Más que una perspectiva técnica sobre el paralelismo de ambos mundos, de la mano de Fabiola buscamos destacar el valor humano y la relación que los une. Nos explica que Joaquín Sorolla pintó pocas acuarelas, una de ellas, la que ilustra nuestra sección (Comiendo uvas). La transparencia y el color de las uvas son fantásticos y, por supuesto, también la luz. La sombra que proyecta el sombrero sobre la cara, contrastando con la luz y la expresión de los ojos del muchacho, invita a disfrutar del buen sabor de las uvas.

Joaquín Sorolla pasó ocho días en Jerez de la Frontera con la idea de pintar viñas para realizar una composición dedicada al panel de Andalucía de la Hispanic Society de Nueva York. Sorolla plasmó con gran maestría la cotidianeidad de la actividad en una bodega de su época: la vendimia, el traslado de la uva a la bodega, su preparación para hacerla pasas, hasta su producto final en el que el color del vino es también protagonista. De hecho, este aspecto viene determinado por la región de la que proviene: los más oscuros son de zonas cálidas y los más claros de climas fríos, con un gusto más suave.
Fabiola también ha mostrado su percepción de este mundo y ha pintado seis o siete cuadros con motivos de uvas y vino, tanto en pastel como al óleo. Su cuadro Desde las bodegas de Mendoza, está pintado en los alrededores de Villena. “Fui con mi amigo Manuel Bernabé, vidriero de Villena. Quería pintar sobre oro, ya que el color dorado de las hojas contrasta con el de las hojas verdes que quedan todavía en la viña”.
Respecto a la técnica, prefiere pintar con pastel que con óleo, con la que logra la transparencia de las uvas blancas y el polvillo grisáceo/azulado de la uva negra.
“Las viñas y las uvas, junto al aceite y las olivas, me parecen los mejores representantes culinarios de la mesa mediterránea. Nos representan y pintarlos es pintar algo muy importante y tradicional de nuestra cultura. Las uvas, las parras, las hojas, los troncos retorcidos, el color de las hojas en primavera y en otoño… El conjunto en sí —el paisaje de viñedos con el color y la luz— hace que sea muy atractivo para los pintores”.
Dando un paso más, encontramos una técnica de pintura —cuyo origen se remonta al Renacimiento— en la que se utiliza el vino, que se añade en pinceladas de forma similar a las acuarelas. La fermentación y la oxidación las convierten en “pinturas vivas” que continúan su evolución sobre el lienzo con el paso del tiempo, con gamas que nacen del rojo y recorren los tonos violáceos hasta llegar al sepia.
Queda por ver con qué nos sorprenderá Fabiola. Tendremos el placer de recibirla en la bodega para plasmar nuestra realidad del mundo vitivinícola en varios cuadros. Y este otoño Fabiola expondrá sus obras en nuestra bodega. Si estás interesado en asistir, no dudes en contactar con nosotros.
Para terminar, volviendo a las pinceladas de luz tan características de Sorolla, nos gustaría citar a Galileo Galilei: “El vino es la luz del sol unida por el agua”.
¡Salud y arte, que nunca falten!