Bienvenidos a este espacio donde nosotros —Margarita, Alexandra y Gonzalo, los tres socios y enólogos de Bodegas Más Que Vinos— tenemos el placer de acercaros historias y anécdotas del planeta vinícola. En esta ocasión vamos a centrarnos en lo relacionado con la literatura y su traslación al cine, con historias que tienen que ver con la picaresca y el fraude alrededor del vino como objeto de culto.
En ocasiones, el vino proporciona hazañas con un extraordinario potencial artístico. Para abrir el telón en esta sección dedicada a la cultura del vino, hemos elegido la famosa historia de la botella de Château Lafite de año 1787, subastada en la casa Christie’s de Londres a cambio de la obscena cifra de 156.000 dólares. Este hecho la convirtió en la botella de vino más cara del mundo.
Dicha reliquia procedía de la reserva privada del tercer presidente de EEUU e ilustre enófilo, Thomas Jefferson, que bajo circunstancias poco claras, había ido a parar a manos del coleccionista alemán Harry Rodenstock, quien a su vez vendió la botella al millonario californiano William Koch.
Los problemas empezaron tres años después, cuando Koch pretendió exponer la preciada botella en el Boston Museum of Fine Arts y necesitó justificar la procedencia de la misma. Tras la investigación, llevada a cabo por especialistas que él mismo contrató, se determinó la falsedad de las iniciales presentes en la botella, ya que habían sido grabadas con instrumental moderno de cirugía.
No es el único caso que encontramos en materia de falsificaciones. Más frecuente es el fraude en el etiquetado. Son varias las botellas detectadas en las que se modifica la añada, sustituyéndola por una cosecha más prestigiosa y antigua con la finalidad de incrementar su precio en la venta a galerías y coleccionistas. Se calcula que el 5% de las botellas que circulan en el sabroso negocio del vino francés son fraudulentas y, al parecer, esta práctica es tan antigua como el propio vino.
La realidad es que el vino fraudulento constituye un negocio tentador, ya que los beneficios potenciales superan en mucho los riesgos. ¿Qué posibilidades tiene el falsificador de ser descubierto? El sentido común nos dice que muy pocas, ya que seguramente pasará mucho tiempo antes de que el coleccionista se decida a abrir su estimado tesoro.
Todo esto nos hace reflexionar sobre el valor psicológico que puede alcanzar el vino. De aquella bebida surgida como alimento en Asia Menor, lo que hoy es Turquía, a objeto de culto digno de exhibirse en las más prestigiosas galerías y subastas.
La maravillosa anécdota narrada, inspiró un libro de éxito, The billionaire’s vinegar, escrito por Benjamín Wallace y cuyos derechos compró el actor estadounidense Will Smith para llevarla al cine. Desafortunadamente este libro no está traducido al castellano, pero, sin duda alguna, disfrutaremos de su puesta en escena con Matthew McConaughey como protagonista.
Disponible en nuestro idioma, sí tenemos el libro Historias curiosas del vino, de Pamela Vandyke Price, que nos relata qué vino bebió Napoleón durante la batalla de Waterloo o cómo Louis Pasteur utilizó el vino para mejorar la salud de millones de personas.
Otras recomendaciones son La guerra del vino de Don y Petie Kladstrup, y La misteriosa botella de Petrus, de Jean Pierre Alaux y Nöel Balan.
Por último un breve consejo para evitar el fraude vinícola: siempre hemos sido más partidarios de beber y disfrutar el buen vino que de adorarlo.
¡Salud!