La pirámide de Maslow corporativa

Eficiencia, agilidad, innovación y sostenibilidad

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La transformación digital está en todas partes. La inmensa mayoría de las empresas se afanan en buscar una respuesta, en identificar un puerto al que poner rumbo. Las primeras en zarpar van poco a poco descubriendo que lo más importante es la travesía, y que determinar el puerto de destino es un ejercicio ficticio y, hasta cierto punto, inverosímil.

Lo único cierto es que han cambiado las reglas. La tecnología ha globaliza­do el acceso a la información. Recuerdo los libros de economía que basaban el libre mercado en la información. La tecnología es una corriente submarina que conduce al libre mercado, donde todos los barcos, grandes y pequeños, han de saber navegar. Hay mares más regulados, en aparente cal­ma, y otros más turbulentos, que requieren otro tipo de embarcaciones.

La agilidad es el puente entre la eficiencia y la innovación

En este contexto abundan los informes, estudios y previsiones agoreras del cuándo, quién, por qué y para qué de la transformación. Todos, consultores y analistas, nos afanamos en tratar de predecir el futuro y evangelizar con nuestras doctrinas, quizás escondiendo una inquietud vital, porque las reglas del juego cambian para todos, también para nosotros…

Siempre me han fascinado las similitudes entre los seres humanos y las empresas como organismos vivos. Como personas, pa­samos a lo largo de nuestra vida por una se­rie de cambios o crisis —en el sentido griego original del término— existenciales. Como empresas, son ya muchas las que han inte­riorizado que vivimos un cambio de época y no una simple época de cambios. Las empresas líderes en sus mercados saben que llega una encrucijada en la que es necesario un replanteamiento.

En ese ejercicio, es importante saber determinar las necesidades y construir un camino, distinto y propio para cada empresa. Y, cual pirámide de Maslow, me atrevo a aventurar un patrón común, una especie de orden de necesidades en el ciclo vital de cada corporación.

La base de la pirámide sería la Eficiencia, equivalente a la satisfacción de las necesidades básicas. Hoy no hay empresa ni mercado en los que se pueda sobrevivir sin ser eficiente. La mayoría de los estudios antes mencionados sitúan a la eficiencia como el principal objetivo buscado hoy por las empresas en su transformación digital. La digitalización y automatización de procesos no han hecho más que empezar.

En el siguiente nivel estaría la Agilidad, condición sine qua non para superar con éxito las dificultades de mercados cada vez más competitivos en los que las barreras de entrada son cada vez más pequeñas. La agilidad debe ayudarnos a poner al cliente en el centro y a ganar velocidad en un contexto cambiante. Tenemos que rom­per las barreras que hemos creado, eliminar el exceso de verticalización, desaprender y reconstruir las funciones del pasado, desde RRHH a marke­ting. Empoderemos a las personas, mejore­mos la experiencia de nuestros clientes.

De ahí, hay que pasar a la Innovación. La agilidad es el puente entre la eficiencia y la innovación. Innovación en producto, en servicio, en modelos de negocio. Incorporar la innovación abierta y definir, y articular, de manera adecuada el ecosistema empresarial.

Pero la pirámide no acaba ahí. Como se­res humanos, una vez satisfechas las necesidades básicas y sociales, buscamos la autorrealización. Del mismo modo, me aventuro a situar la Sostenibilidad como la máxima de las aspiraciones en la empresa, aunque apenas se ha iniciado el camino. Quizás sea necesario que vuelvan a cambiar las reglas del juego.