Energía por instrucción es el nuevo santo grial para proporcionar rendimiento computacional al cliente
Una vez más, volvemos a hablar del sueño americano. La historia se sitúa en Estados Unidos, un país en el que un chico granjero, con las aspiraciones y aptitudes adecuadas, puede llegar a convertirse en CEO de una compañía de alta tecnología, tener seis patentes a su nombre y definir cómo será el futuro de la computación. Eso sí… entrenándose primero para dormir solo cinco horas al día.
Nacido en una granja en Pensilvania, Pat Gelsinger tuvo que trabajar duro desde pequeño para ayudar a la familia cuidando de los animales y los cultivos. Se levantaba a las cinco de la mañana y, según sus propias palabras, intentaba “que ningún animal me diera una coz”.
Adolescente rebelde, con amigos más que cuestionables, un día destacó en una prueba de tecnología electrónica del Lincoln Technical Institute. Y ahí cambió su vida. Con 18 años ya tenía dos graduaciones en el bolsillo y tuvo la suerte de llamar la atención de una joven compañía del momento: Intel. En unos años en que Silicon Valley no era la máquina de procesar diplomas que es ahora, Gelsinger consiguió su primer trabajo de alta tecnología sin ser licenciado todavía.
Comenzó como técnico de control de calidad, pero Pat Gelsinger pensó que le gustaba más el lado de los que daban las órdenes que el de los que las recibían. De modo que, con ayuda de los programas de ayuda de Intel, se licenció en ingeniería en Stanford y también en la Universidad de Santa Clara. Todo ello mientras trabajaba.
Estuvo treinta años con el fabricante de chips, formó parte del equipo que diseño el procesador 386 y fue el arquitecto jefe del 486. No tardó mucho en convertirse en el primer CTO que Intel haya tenido y también ostentó el puesto de vicepresidente sénior del Digital Enterprise Group de la compañía, que es la unidad de negocio más grande de Intel.
Gelsinger tiene seis patentes a su nombre en las áreas de diseño VLSI, comunicaciones y arquitectura computacional, fue nombrado Fellow del organismo de estandarización IEEE y tiene un doctorado honorario en letras de la William Jessup University (más información en el cuadro adjunto).
Treinta años es mucho tiempo
Con la idea en mente de convertirse en CEO algún día, después de tres décadas Gelsinger se marchó finalmente de Intel y se fue a EMC. Pidió permiso para asistir a los consejos de dirección, se dejaba tutelar por los distintos integrantes por turno y contrató a un profesor de económicas de la Universidad de Columbia para que le diera clases privadas con el fin de ponerse al día de lo que significa dirigir una compañía. Llegó a presidente y COO de la división de Information Infrastructure Products, así como a CTO.
Finalmente, en 2012, Pat Gelsinger consiguió ser el CEO de VMware. Bajo su controvertida dirección, la empresa pasó de facturar 4 600 millones de dólares a 6 500 millones, a pesar de algunas decisiones poco acertadas, como las relacionadas con vCloud Air, que no termina de despegar.
Algunos acusan a Gelsinger de ser un “lobo solitario” al que le cuesta colaborar con los demás y que prefiere imponer sus propias ideas. Tras la adquisición de EMC por parte de Dell, este tipo de actitudes le ha generado más de un problema al CEO. Un directivo de EMC dijo: “A Pat le gusta hacer lo que le gusta a Pat”.
Esta primavera las cosas llegaron al punto en que surgieron rumores de que Gelsinger se iba de VMWare. Pero eso al final fue desmentido. Así que parece que, por el momento, tenemos CEO de VMWare para rato.