
Espeleología en Las Majadas (Cuenca)
Nos vamos hasta la serranía de Cuenca para practicar espeleología. Esta provincia es muy rica en lo que a cuevas se refiere y en este caso hemos elegido la conocida Cueva de los Moros, situada en el municipio de Las Majadas (Cuenca). Es segura y cómoda, especialmente para iniciarnos en aventuras subterráneas. En ella encontraremos formaciones naturales como estalactitas y estalagmitas.
Eso sí, para realizar esta actividad es imprescindible que no tengas fobia a los espacios cerrados y, sobre todo, que no te importe arrastrarte y ensuciarte.
El entorno
Esta zona está enmarcada en el Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Su riqueza natural la ha llevado a tener paisajes y lugares catalogados como Sitio Natural de Interés Nacional (la Ciudad Encantada) o Monumento Natural (Nacimiento del Río Cuervo).
Entre su fauna encontramos tanto especies protegidas (águila perdicera) como grandes mamíferos de montaña (jabalíes, ciervos, gamos, etc.). La flora está compuesta por extensos pinares que dominan el paisaje vegetal, lo que la convierte en una de las masas forestales más extensas de España.
La preparación
Para llegar a la Cueva de los Moros debemos pasar por el entorno natural de Los Callejones de Las Majadas, lugar con un incalculable valor geológico. Aquí encontramos un tipo de roca caliza que, debido a la erosión, forma curiosas figuras. En este lugar hay una zona de aparcamientos donde podemos dejar nuestro vehículo y seguir andando hasta la cueva, o bien continuar circulando con él a través de un camino hasta la entrada.
Una vez allí nos colocamos el material necesario para este tipo de actividad, y es importante comprobar nuestro frontal, pues sin él estaríamos perdidos en este mundo subterráneo. Nos disponemos a acceder a la cueva y vemos que su entrada no es más grande que una simple gatera.
Nada más llegar tenemos que ponernos reptar. Cualquiera diría que tras ese agujero encontraríamos impresionantes galerías de gran belleza.
Actividad
Aunque el inicio es angosto, tras pocos metros nos encontramos en una galería donde podemos ponernos de pie. Hay que tener mucho cuidado y usar bien todos los apoyos pues la zona resulta resbaladiza debido a la arcilla que se encuentra por todas partes, y que se va filtrando por techos y paredes. A lo largo del camino vamos a tener que agacharnos, reptar e incluso hacer rápel aprovechando algunas de las cuerdas fijas instaladas.
Según vamos avanzando nos encontraremos con diferentes formaciones de tonalidades muy distintas, como por ejemplo las famosas banderas. Una vez llegado al final del recorrido, debemos volver por el mismo camino. Pero resulta curioso observar cómo no parece la misma cueva, ya que la vemos desde otra perspectiva.
Pero esto no es todo. Aún nos queda otra galería más estrecha a mitad de camino, conocida como Galería de los Esqueletos. Por tanto, “cuerpo a tierra” de nuevo. Aquí podremos disfrutar de la belleza de las estalagmitas y estalactitas, que forman un marco singular y cuya imagen se quedará grabada en nuestra retina. Esta parte es más sinuosa y es necesario utilizar los cuatro apoyos para poder pasar por algunas zonas y evitar mojarnos con el agua de una especie de meandro que circula por allí.
Finalizada ya ésta galería, optamos por apagar nuestros frontales durante un momento. Disfrutamos de la paz que hay, pero, al mismo tiempo, somos conscientes de la inmensa oscuridad que nos envuelve. Volvemos a encenderlos y, nuevamente por el mismo camino, nos dirigimos hacia la galería principal para llegar hasta la salida.