No creo que ninguna habilidad humana sea intrínsecamente inalcanzable para los ordenadores

Este francés, que ahora vive en Canadá, es profesor de la Universidad de MontrEal y encabeza el Montreal Institute for Learning Algorithms. Una y otra vez, su nombre aparece ligado al calificativo de “padre de la IA”, aunque él niega ese título. Desde luego, no será por FALTA DE méritos.

Nacido en Francia en 1964, magnífico año para los vinos del país vecino, Yoshua Bengio es una de las figuras principales del panorama de la inteligencia artificial, un campo en el que lleva trabajando desde los años ochenta.

Se graduó en Ingeniería Eléctrica y en Infor­mática en la McGill University, que es tam­bién el alma mater de su doctorado. Realizó su posdoctorado en el MIT y en los laborato­rios de AT&T Bell. Además, desde 1993, sorprenden­temente, es miembro de la Universidad de Montreal. Decimos “sorprendentemente” porque, a pesar de ser uno de los científicos más destacados del área de la IA, Bengio no ha querido pasar al sector privado, mucho más lucrativo en este campo.

Sin embargo, ese paso sí lo han dado algunos de sus colegas, como Geoffrey Hinton y Yann LeCun, que han acabado en Google y Facebook respectivamente. Los tres están considerados comúnmente como las personas que más han hecho por el avance del deep learning durante los años 90 y 2000.

A pesar de que Yoshua Bengio sigue dando clases e investigando, en 2016 cofundó Element AI, una empresa canadiense dedicada a la IA que realiza labores de consultoría en torno a la aplicación de estas tecnologías a negocios reales, de forma práctica. Pero la modestia de Bengio, y su amor por la docencia y la investigación, le han mantenido fiel a la Universidad de Montreal.

Sus esfuerzos le han valido la Orden de Canadá, que recibió en 2017, así como ser nombrado miembro de la Royal Society de Canadá y recibir el premio Marie-Victorin a la investigación. La influencia de Yoshua Bengio queda clara cuando se consulta Google Scholar, donde se le cita más de 161 000 veces, con un vertiginoso incremento en los últimos dos años.

Según el propio Bengio, “seguimos usando muchas de las ideas que ya teníamos en los años 90. Lo que ocurre es que hoy en día no solo tenemos la potencia computacional para ponerlas en marcha, sino también los datos. Hoy hay muchos más datos con los que alimentar el machine learning, gracias a big data”. Esta avalancha de datos permite emplear modelos de aprendizaje más complejos, más abstractos y más profundos.

Uno de los puntos negros que Bengio ve en el campo actual de la IA es su aplicación a áreas como el armamento, los cuerpos policiales o el tratamiento y generación automática de información. Aunque no teme el omnipresente Skynet de la película Terminator, sí le preocupan la generación automática de noticias falsas para influenciar a la población o el uso de la IA en máquinas de guerra que tengan capacidad de decisión sobre la vida o la muerte.

En estos momentos, su meta es crear algoritmos de aprendizaje que terminen por generar inteligencia, capaz de extraer nueva información de los datos y, a su vez, aprender de ella. Está convencido de que el ser humano es capaz de crear máquinas de forma responsable, y de que no acabaremos en un escenario apocalíptico en que los ordenadores y robots se hacen con el control de la humanidad. Esperemos que, siendo una de las tres mentes más brillantes en este campo, tenga razón.

Deep learning

El concepto de deep learning se refiere a un conjunto de algoritmos, basados en redes neuronales, que analizan la información de forma no lineal con el fin de encontrar patrones recurrentes. Aunque su similitud con el aprendizaje humano es muy reducida, la idea que hay detrás del deep learning es el concepto de abstracción. En cada procesamiento sucesivo de los datos, se intenta crear un nivel de abstracción superior, lo que ayuda en el reconocimiento de imágenes y de voz, la traducción automatizada, etc.