Vivimos una era donde nos sorprende lo inesperado, donde las cosas suceden a una velocidad que no podemos controlar. ¿Es una moda pasajera la transformación digital? ¿Qué podemos esperar que suceda mañana? Es importante entender por qué sucede lo que sucede, para anticipar el futuro. La revolución digital tiene como catalizador a la progresión geométrica; si la comprendemos nos ayudará a entender el presente y a anticipar el futuro.
Han pasado un par de meses desde el último artículo y mi actividad en torno a la transformación digital ha sido frenética. La realidad es que se percibe en España un interés creciente por el tema, que se acelera, y mires donde mires se habla de digitalización, transformación y disrupción.
En muchas de las charlas y de las conversaciones que tenemos nos siguen preguntando si esto no será una moda. Para explicar la razón por la que no lo es, en el presente artículo me gustaría analizar el porqué de todo este fenómeno de transformación, para que no quepa duda de que lo que estamos viviendo es una revolución irreversible y que si algo va a suceder es que se van a intensificar sus efectos aún más.
Las progresiones
Para aquellos que hayáis leído La gran oportunidad esto no será nuevo, ya que para nosotros este tema es especialmente crítico a la hora de explicar el futuro próximo. De hecho, es el primer concepto que se explica al abrir sus páginas.
Estamos viviendo en una economía de desmaterialización y digitalización, y la velocidad a la que suceden las cosas en este mundo digital es muy diferente a la del mundo físico. Y esto es debido a las matemáticas. Sí, a las matemáticas.
El mundo y la naturaleza se rigen por leyes matemáticas. En el mundo físico, la progresión que rige los crecimientos es aritmética, es decir, cada término se obtiene sumando al anterior un número fijo (1, 5, 9, 13, 17…) Las progresiones aritméticas son intuitivas y fáciles de comprender, y nuestro cerebro piensa y extrapola en términos lineales. Es muy fácil deducir que si a 100 km por hora tardamos una hora en recorrer 100 km, a 200 km por hora tardaremos 30 minutos.
Sin embargo, el mundo digital, ese que lo está invadiendo todo a gran velocidad, no se rige por progresiones aritméticas, sino geométricas: secuencias de números donde cada término se obtiene multiplicando —no sumando— el anterior por un número fijo. Por lo tanto, incluso cuando el factor de multiplicación es más bajo que el de la suma en una progresión lineal, siempre llega un momento donde el punto de inflexión provoca una velocidad de crecimiento inusitada: 1, 2 ,4 ,8 ,16 ,32 ,64… No nos damos cuenta de que en unos poquitos pasos más, la distancia que se generaría entre la progresión geométrica y la aritmética es inmensa, porque no pensamos en términos exponenciales, sino lineales.

Velocidad, sorpresa
Las progresiones geométricas provocan gran parte de los fenómenos que caracterizan esta gran revolución tecnológica. El primero de estos fenómenos, y seguramente el más importante, es la velocidad. La progresión geométrica somete la actividad que la rija a un crecimiento exponencial y como vemos en el gráfico de figura 1, en un momento dado incluso las líneas entre una y otra se desacoplan, provocando un vacío y generando una inmensa distancia entre ambas.
Otro fenómeno que provoca la progresión geométrica es la sorpresa, “lo inesperado” que nos resulta lo que estamos viviendo y lo que vamos a vivir. Al pensar en términos lineales, y no exponenciales, en el momento en que la curva supera a la línea recta (figura 1) se produce un desacople, un hipe, donde parece que, de forma intuitiva, no sabemos a qué nos estamos enfrentando. De hecho, solemos esperar que la tecnología nos cambie la vida rápidamente pero, a veces, se hace esperar, y cuando llega, como en el cuento del pastor mentiroso, hemos infravalorado el impacto a largo plazo y, por tanto, la sorpresa nos bloquea.
Las progresiones geométricas provocan gran parte de los fenómenos que caracterizan esta gran revolución tecnológica
Ley de Moore
La famosa ley de Moore es la Ley empírica que explicó las consecuencias de estos fenómenos, y lo hizo hace más de 40 años. Moore observó que el ritmo al que aumentaba la capacidad de cómputo de los procesadores era delirante. De hecho, preconizó que cada 24 meses se duplicaría la capacidad de procesamiento de los transistores, que son el corazón, el ADN de toda esta maravillosa revolución. Más capacidad, menos tamaño y un precio más bajo. Matemáticas, observación, Moore, progresiones…, y de aquí el big data, el cloud, el IoT… Sí, de aquí que la tecnología explote y sea cada vez más asequible, y rápidamente los aceleradores de esta revolución se extienden y están en manos de todas las industrias, lo que provoca un mayor salto exponencial.
Futuro
Hoy nos resulta imposible anticipar en qué momento vamos a vivir con naturalidad la extensión de la vida, la robótica integrada en nuestro cuerpo, el cambio total en los modelos de producción… El tiempo se ha relativizado como consecuencia de las “leyes digitales”, que superponen tecnologías y las extienden y universalizan como Moore anticipó hace “demasiado” tiempo.
¿Qué nos depara el futuro inmediato? Podemos esperar que la incertidumbre y volatilidad de esta economía no solo no se suavicen, sino que se intensifique y que las tecnologías, cada vez más avanzadas, se socialicen aún más.
Si nos estamos sorprendiendo, y todavía estamos adaptándonos a los efectos de las redes sociales, la movilidad, el big data o el cloud, en el momento en que la impresión 3D o 4D, los drones o la nanorrobótica se extiendan y se socialicen —y se incorporen en las estructuras de procesos de las organizaciones—, creo que vamos a tener la dicha de vivir un cambio de era.
¿Estamos preparados?