En tiempos en los que la tendencia es que el individuo esté cada día más aislado, resulta imprescindible que miremos atrás y seamos conscientes de que las grandes evoluciones se consiguen solo con el acuerdo de la gran mayoría. El bien común es un concepto que debemos interiorizar y potenciar en cada una de las acciones que realicemos. Pensando en el hoy, pero mucho más en el mañana.
El cambio climático ha estado presente como uno de los temas centrales de la agenda mundial durante los últimos veinte años. Podemos considerar que el pistoletazo de salida en la lucha contra la denominada crisis medioambiental fue la firma del protocolo de Kyoto en el año 1997, aunque entró en vigor en febrero de 2005. Tras muchos años de vaivenes y políticas fallidas en esta lucha, hoy resultan evidentes los efectos que la acción del ser humano tiene sobre el clima.
La temperatura del planeta se encuentra en continuo ascenso, un efecto que está en relación directa con las emisiones de dióxido de carbono. Desde luego, este es uno de los principales temas de preocupación social en la actualidad. A esto hay que unir toda una serie de cambios disruptivos a todos los niveles, que conviven con el lógico cambio de mentalidad abanderado por el relevo generacional. Los millennials llegan pisando fuerte, imponiendo su influencia y abanderando el cambio del concepto tradicional de desarrollo a nivel mundial, lo que hace que todos —ciudadanos, empresas e instituciones— nos estemos replanteando los modelos de crecimiento.
En este escenario, el concepto de desarrollo sostenible va ganando enteros, frente a la tendencia tradicional en la que el crecimiento se medía únicamente en términos económicos. Tanto es así que el tema elegido para tratar en el reciente foro de Davos (el mayor encuentro económico a nivel mundial) para este 2020 ha sido Stakeholders for a Cohesive and Sustainable World.
Una de las claves de este modelo de crecimiento es el papel que tendrán las corporaciones del sector energético
La sostenibilidad ya es considerada por muchos un elemento esencial dentro de la denominada Tercera Revolución Industrial, y amplía el espectro del progreso haciendo referencia a tres aspectos fundamentales: el medioambiental, el social y el económico. Pero una de las grandes claves de este modelo de crecimiento se encuentra en el papel que van a desempeñar las grandes corporaciones del sector energético, así como en las acciones que deben emprender para afrontar con garantías este cambio de modelo.
Agilidad y tecnología
No vamos a descubrir ahora el impacto que está ejerciendo la tecnología en todos los aspectos de nuestra vida. Ha revolucionado nuestra forma de trabajar, de relacionarnos o de consumir. Esto está ocurriendo a todos los niveles. Por ejemplo, está modificando de forma importante el modo en el que accedemos a determinados servicios básicos, como los relacionados con la electricidad, el agua, el gas o la gestión de residuos. Hasta ahora, estos servicios eran prácticamente invisibles para los consumidores finales, algo que ha cambiado radicalmente.
La sociedad está cada día más concienciada con aspectos como la procedencia de la energía que consume. Esto, unido a la constante reducción en los precios de producción de la energía renovable, está generando un cambio en el modelo a nivel global. La revolución digital ha puesto a nuestro alcance herramientas que permiten obtener esta información.

Además, el surgimiento de nuevas empresas en el sector eléctrico, que ofertan energía 100% renovable, ha empoderado al cliente. Ahora sí hay un valor diferencial en este servicio, que puede llevar al cliente a escoger para su abastecimiento a aquellas compañías que son afines a sus convicciones.
La descarbonización está afectando a todos los sectores de la industria tradicional: ataca directamente a la línea de flotación al ámbito del oil & gas, pero está impactando también de forma determinante en otros como el de la movilidad, con el desarrollo de los vehículos eléctricos, o el de las grandes empresas dedicadas a las cadenas de suministro, haciendo peligrar su modelo de negocio a medio plazo.
El desarrollo sostenible no está vinculado solo a lo ecológico, hay que evaluar también el impacto social y económico
La incertidumbre de las corporaciones es enorme, lo que está haciendo cada vez más necesario un cambio urgente en su aproximación al mercado. Para afrontar esta nueva realidad deben abordar un cambio importante en su modelo operativo, cambio que puede venir definido por dos aspectos principales:
- Nuevas formas de trabajar. La formación de los empleados es un punto fundamental, y la incorporación de metodologías ágiles en el seno de las compañías puede ser la clave para adaptarse a un mercado cambiante. La adopción de estos modelos y el trabajo iterativo con la filosofía del mínimo producto viable generan un modelo empresarial con una capacidad de adaptación enorme.
- Tecnología. Conseguir explotar las grandes cantidades de datos generadas por las infraestructuras extendidas a lo largo de todo el territorio de estas compañías —y, por su presencia universal, en todos los hogares y actividades comerciales— debe ser un objetivo crítico para el desarrollo de su negocio. A su vez, la automatización de tareas es también, como en todos los sectores, un factor determinante para la generación de valor.
Sendas para el futuro
Para poder mantener su cuota de mercado, y también para seguir siendo indispensable en el día a día de los ciudadanos, no solo es necesario poner en marcha todos estos cambios operativos. También resulta imprescindible cambiar y hacer evolucionar todo lo relacionado con la aproximación al mercado, renovar los activos de las compañías y, en ocasiones, incluso cambiar el modelo de negocio de forma radical. Es necesario realizar la aproximación al mercado abordando cinco aspectos clave, que serán diferenciales es un futuro a medio plazo:
- Inversión en infraestructuras. Esta inversión debe enfocarse tanto en las redes de distribución como en las centrales industriales típicas del sector. Este aspecto está muy unido a lo tratado en el punto anterior, relativo a la tecnología. Obtener y explotar las ventajas generadas por los modelos predictivos es imprescindible para abordar la sensorización de las redes de transporte y la transformación de las industrias en centros conectados.
Además de la ventaja competitiva obtenida de los datos, al convertir los centros industriales en instalaciones digitalizadas se consiguen grandes avances en materia de seguridad (dobles comprobaciones de procedimientos, trazabilidad de actividades en planta…), así como una serie de ahorros importantes en las tareas de mantenimiento (predictive analytics) en las unidades de producción.
- Movilidad eléctrica. Para esta nueva revolución es muy importante que se apueste de forma clara por los vehículos eléctricos como la base del transporte. Es necesario generar una red nacional distribuida de cargadores de alta velocidad, donde las empresas del sector oil & gas podrían tener mucho que decir con sus estaciones de servicio distribuidas. Además, la investigación en las baterías es de los hitos clave para el progreso de este tipo de vehículos.
- Renovación y transformación de los edificios. En el nuevo esquema energético las construcciones dejan de tener únicamente un uso únicamente comercial, público o relacionado con la vivienda. Su rol como receptores pasivos (consumidores) de energía está cambiando y, en un futuro muy próximo, los edificios serán puntos de generación de energía eléctrica distribuidos. Para llevar a cabo esta transición es necesaria la colaboración entre la empresa privada y las entidades públicas, así como la puesta en marcha de un modelo de inversión constante en el tiempo que permita renovar el parque inmobiliario nacional.
Además de este cambio principal, hay que acometer renovaciones en los activos inmobiliarios para conseguir ahorros en consumo energético mediante sistemas de control y aislantes térmicos. De esta forma, la polución en las ciudades provocada por las calefacciones se vería drásticamente reducida, además de conseguir hacer mucho más eficiente el consumo eléctrico en los hogares.
- El cliente, en el centro. El cambio del modelo tradicional de suministro y consumo de los servicios ofrecidos por las empresas de energía y utilities las obliga a cambiar sus estructuras internas. La tendencia que están siguiendo los consumidores, en torno a impulsar el crecimiento de las energías renovables, así como la flexibilidad en la oferta de los servicios por parte de las empresas, debe generar un cambio en la aproximación al mercado. Nuevas tarifas de facturación y la creación de aplicaciones móviles que permitan conocer el origen de la energía que se consume pueden ser caminos de progreso en la interacción con los clientes.
- Nuevos modelos de negocio. El abandono de los combustibles fósiles es un escenario cada vez más cercano en el tiempo, por lo que las empresas del sector deben diversificar sus inversiones y desarrollar nuevos modelos de negocio. Aunque el abandono definitivo del petróleo llevará tiempo, las grandes corporaciones deben posicionarse para seguir siendo imprescindibles en el día a día del futuro.
La única forma de frenar el cambio climático es aunar fuerzas entre consumidores, empresas privadas y entidades públicas. Pero es importante no olvidar que el desarrollo sostenible no está vinculado solo a lo ecológico; hay que evaluar también el impacto social y económico de las acciones que se desarrollen